Por Oscar Vigil
Si algo hay que se le debe reconocer al nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es que cumple con sus promesas electorales. Se puede estar o no de acuerdo con ellas, se las puede calificar de xenófobas, homofóbicas o prepotentes, pero de que las cumple, las cumple.
Apenas habían pasado dos horas de ser juramentado como presidente, y Donald Trump se sentó el lunes de esta semana en la Sala Presidencial del Capitolio de Estados Unidos para firmar la primera de casi 100 órdenes ejecutivas con las que comenzaba a cumplir sus promesas de campaña. Desde cosas aparentemente ridículas, como renombrar el Golfo de México como Golfo de América (y no por el continente americano, sino por Estados Unidos, país mal llamado “América”), hasta temas sumamente serios y probablemente inconstitucionales como eliminar el derecho a la ciudadanía estadounidense a los niños que nazcan en su territorio. Esta última orden ejecutiva, al igual que muchas otras, con seguridad va a terminar en litigio en los tribunales.
Una de las ordenes ejecutivas que firmó, y que mantiene en vilo a Canadá, es que mandó a los miembros de su administración a que evalúen varios aspectos del comercio de Estados Unidos, incluida la evaluación de las relaciones con México, Canadá y China, la investigación de las causas del déficit comercial de Estados Unidos y la identificación de prácticas comerciales desleales de otros países.
Y luego, ya en la noche, dijo que planeaba imponer un arancel del 25 por ciento a los productos de Canadá y México el 1 de febrero y que podría imponer gravámenes a la mayoría de las importaciones estadounidenses. Estas declaraciones las dio en una desordenada conferencia de prensa en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en la que habló de una infinidad de cosas, pero probablemente lo más importante para Canadá, es que dijo que estaba pensando en imponer aranceles a los productos mexicanos y canadienses porque estas naciones estaban permitiendo que “una gran cantidad de personas ingresen y que ingrese fentanilo”. Cuando se le preguntó cuándo podría implementarlos, Trump dijo: “Creo que lo haremos el 1 de febrero”.
“Estamos pensando en un 25 por ciento para México y Canadá porque están permitiendo que una gran cantidad de personas (Canadá también es un país que abusa mucho de sus productos) ingresen al país y que ingrese fentanilo”, dijo Trump.
El primer ministro Justin Trudeau había reconocido previamente que el discurso inaugural de Trump no reveló aranceles punitivos para los productos canadienses “por ahora”.
Pero nadie en el gobierno federal liberal había asumido que Canadá escaparía ileso de la nueva revisión de Trump de las relaciones comerciales “injustas” y de la promesa de llenar las arcas de Estados Unidos con ingresos arancelarios.
En respuesta a la advertencia de última hora de Trump, el ministro de Finanzas, Dominic LeBlanc, dijo que “francamente, no hay nada nuevo” en la declaración del presidente, y que el gobierno canadiense había preparado aranceles recíprocos para responder a cualquier cosa que Trump haga. “El plan está listo”, dijo.
LeBlanc y la ministra de Asuntos Exteriores, Melanie Joly, dijeron que Canadá seguirá argumentando que “sería un error” que Trump procediera con su amenaza.
Trump también dijo que “podría” imponer un arancel universal a todas las importaciones, diciendo que “esencialmente todos los países se aprovechan de Estados Unidos”.
Los comentarios renovaron la amenaza de una inminente guerra comercial, apenas horas después de que tal resultado pareciera haber retrocedido. La orden ejecutiva manda a varias agencias que estudien una amplia variedad de cuestiones comerciales con miras a futuros aranceles, pero no impone nuevos gravámenes de inmediato, como había amenazado previamente.
Aun así, la orden ejecutiva podría dar lugar a una variedad de acciones comerciales significativas en los próximos meses. La orden manda a los funcionarios de Trump a que le entregaran informes, en su mayoría antes del 1 de abril, evaluando prácticas comerciales injustas, manipulación de divisas, controles tecnológicos estadounidenses e impuestos extranjeros discriminatorios.
También, ordena a los funcionarios estadounidenses que examinen los flujos de migrantes y drogas desde Canadá, China y México a Estados Unidos, y el cumplimiento de esos tres países y otros con sus acuerdos comerciales existentes con Estados Unidos.
La orden ejecutiva también exige que los funcionarios investiguen las causas de los grandes y persistentes déficits comerciales y “recomienden medidas apropiadas, como un arancel suplementario global u otras políticas, para remediar esos déficits”.
La orden de Trump también se basó en sus recientes comentarios de crear una agencia que él ha llamado el Servicio de Rentas Externas para recaudar aranceles. Pidió a los funcionarios que “investiguen la viabilidad de establecer y recomendar los mejores métodos para diseñar, construir e implementar” el Servicio de Rentas Externas para recaudar aranceles y derechos de fuentes extranjeras. Los aranceles y otros derechos de importación son recaudados actualmente por Aduanas y Protección Fronteriza.
La llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos definitivamente va a marcar una nueva etapa en las relaciones con Canadá, así como también con el resto de los países del mundo y con diversos sectores de la sociedad. Porque definitivamente pocos se van a quedar callados luego de escuchar algunas de las frases que dijo el nuevo mandatario el día de su juramentación: “Vamos a recuperar el canal de Panamá”, “Bajo mi gobierno Estados Unidos va recuperar su derecho a la expansión”, “Voy a desplegar al Ejército para parar la invasión de ilegales en la frontera Sur”, “Voy a deportar a millones de migrantes ilegales”, “A partir de hoy decreto que solo habrá dos géneros, el masculino y el femenino”, “Voy a revocar el derecho a la ciudadanía estadounidense de hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos”, y “Vamos a revocar el ‘New Green Deal’ y regresar a la explotación sin límites de gas y petróleo”. Todas unas joyas!