+++ “Hoy en día sabemos que la dieta mediterránea es la más sana que existe, sin vuelta de hoja. Se calcula que aproximadamente un 10% o un 12% de los cánceres podrían evitarse con una dieta mediterránea correcta”, manifiesta Germà Lluch.
+++ “Si diagnosticáramos el cáncer precozmente, el 90% de los tumores se curarían. Esto ocurriría con casi todos los tumores, excepto dos o tres, que son capaces de evolucionar muy rápidamente en estadios relativamente precoces”, afirma.
+++ “No hay que dejar de tener esperanza porque hay grandes avances”, subraya el oncólogo.
“El cáncer es la principal causa de muerte a escala mundial”, señala la Organización Mundial de la Salud. Cada año, unos 14 millones de personas en el mundo se enteran de que tienen cáncer y unos 8 millones mueren a causa de la enfermedad, exponen los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
La guerra contra el cáncer es larga e intensa. José Ramón Germà Lluch lleva décadas combatiendo a esta enfermedad desde el campo de la oncología. Ha ganado algunas batallas y perdido otras, pero continúa en la lucha apoyándose en todos los avances que la ciencia médica ha puesto en sus manos.
El oncólogo destaca la importancia de la prevención como arma para vencer la enfermedad. Con este propósito ha escrito el libro “Los siete pilares anticáncer”. De él dice que no es un libro sobre el cáncer sino contra él. “Su intención es que tú y tu familia reduzcáis significativamente la posibilidad de padecer esta enfermedad”, destaca el doctor Germà Lluch.
SIETE PILARES ANTICÁNCER.
En este sentido, el especialista afirma que, si seguimos estas reglas, el 40% de los tumores no aparecerían. “Eso significa que de los 14,5 millones de personas que tienen cáncer en el mundo, cinco millones de ellas no lo tendrían”, subraya.
— Doctor, ¿cuáles son esos siete pilares anticáncer?.
— Tienen que ver fundamentalmente con siete aspectos: la dieta, la detección precoz mediante campañas de cribado, algunas vacunas que previenen cánceres de origen infeccioso, obviamente tienen que ver con el tabaco, con la obesidad, con los rayos ultravioleta y también con aquellas familias que tienen una herencia a la que yo llamo °dolorosa°, es decir, un tumor que teóricamente tiene un origen hereditario.
— ¿Qué importancia tiene la dieta mediterránea en la prevención del cáncer?.
— Muy sustancial. Fue en un estudio realizado en los años 60 donde se acuñó el término “dieta mediterránea”. Era una investigación que comparaba la dieta que había en Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Italia, Grecia, Yugoslavia y Japón.
Hoy en día sabemos que la dieta mediterránea es la dieta más sana que existe, sin vuelta de hoja. Se calcula que aproximadamente un 10% o un 12% de los cánceres podrían evitarse con una dieta mediterránea correcta.
— Actualmente la obesidad, sobre todo la infantil, es un problema muy importante. ¿Cómo ve el panorama en los próximos años?.
— Estamos cambiando los principios de una forma tremenda. Es muy preocupante que cerca del 20% de los niños tengan sobrepeso y que haya un 8,9 francamente obesos. Eso no depende de los niños sino de los padres. Estamos en un mundo que si dan un plato de espinacas a un niño es un castigo. En cambio, el fin de semana toca “comida basura” y eso es un premio.
— ¿De qué depende?.
— Los hábitos se aprenden en la infancia y en la adolescencia y luego se mantienen. Esta es una responsabilidad de las familias. Es algo que enfatizo bastante en el libro porque es francamente preocupante.
— Respecto al tabaco, ¿cree que las campañas informativas están funcionando?.
— Con la cultura que hemos ido creando contra el tabaco va disminuyendo lentamente el número de fumadores. Hoy es excepcional ver pacientes con cáncer de pulmón por inhalación pasiva porque los compañeros fumen en el mismo lugar de trabajo. La lucha contra el tabaco está funcionando a pesar de la cantidad de intereses de las tabacaleras y de los impuestos.
¡CUIDADO CON EL SOL!.
— ¿Por qué es importante protegerse del sol? ¿Cómo debemos hacerlo?.
— Este es otro de los puntos importantes respecto a la infancia. Es muy típico ver a los niños tomando el sol o haciendo castillos de arena durante dos o tres horas sin protección. Aunque progresivamente los padres se van dando cuenta y a los niños se les aplican cada vez más cremas antisolares. En mi obra explico cómo deben administrarse las cremas antisolares porque muchas veces la gente se la pone, se baña y luego no la vuelve a poner y eso está mal hecho.
Debemos ser conscientes de la radiación ultravioleta que hay en el lugar al que vamos. Esto puede comprobarse en Internet. En la información del tiempo suele haber una tabla con el grado de radiación ultravioleta. De ese grado depende la cantidad y las veces que necesitamos la crema de protección solar.
— Las vacunas quizás sean el pilar anticáncer menos conocido. ¿Cómo previenen el cáncer las vacunas contra distintos agentes infecciosos?.
— Hay dos grandes vacunas en este sentido. La primera es la vacuna contra la hepatitis B. Se hizo un gran estudio en Taiwan con niños para evitar la hepatitis B y sorprendió la enorme disminución que se produjo del cáncer hepático por vacunar y evitar la hepatitis B en esos niños.
— ¿Pero existen otras?.
— Si, el “boom” de estos últimos años ha sido la vacuna contra el virus del papiloma humano. Tuve la oportunidad de pasar varios meses en Bolivia para montar un plan de lucha contra el cáncer allí. Es espectacular ver decenas y decenas de mujeres fallecer de cáncer de cuello uterino en edades incluso inferiores a los cuarenta años.
La infección por el virus del papiloma humano es causa necesaria para el cáncer de cuello uterino. Sin infección por el papiloma virus, no hay cáncer de cuello uterino.
— ¿Es importante en este cáncer las relaciones sexuales precoces?.
— Si somos capaces de vacunar a nuestras niñas a los 12 años, antes de que tengan las primeras relaciones sexuales, podemos encontrarnos un descenso masivo del cáncer de cuello uterino. Es decir, de más del 90 o 95%.
Ya empiezan a llegar estas vacunas a países donde ese tipo de cáncer es la primera causa de incidencia y mortalidad, como puede ser Bolivia, Ecuador, algunas zonas de Colombia o Chile. Con ellas estaríamos dando un golpe mortal a un cáncer que produce mucho sufrimiento a las mujeres.
— A la hora de vencer al cáncer, ¿qué importancia tiene el diagnóstico precoz?.
— Si diagnosticáramos el cáncer precozmente el 90% de los tumores se curarían. Así de sencillo. Ya lo hemos comprobado en algunos tumores.
Esto ocurriría con casi todos los tumores excepto dos o tres que son capaces de evolucionar muy rápidamente en estadios relativamente precoces. Me refiero fundamentalmente al cáncer de pulmón y al de páncreas.
— ¿Qué hacer en estos casos?.
— Con el cáncer de pulmón no tenemos que trabajar el diagnóstico precoz, sino procurar que la gente no fume. Por su parte, el cáncer de páncreas es el gran desconocido. Sabemos que tiene que ver con el tabaco, el café, algún tipo de dieta, pero todavía no sabemos exactamente cómo encauzarlo para diagnosticarlo precozmente.
GRAN EVOLUCIÓN EN LOS TRATAMIENTOS.
— ¿Ahora hay más casos de cáncer que hace 40 años o lo que ocurre es que se habla más de la enfermedad?.
— Hay muchísimos más. Simplemente por el envejecimiento de la población. Pero, además, en estos cuarenta años se ha producido el control de infecciones importantes. A principios de los años 70 no hablábamos de cáncer sino de tuberculosis.
También hay que destacar el control de las enfermedades cardiovasculares. Antes, bastante gente moría de infarto agudo de miocardio y hoy muchos de los pacientes que sufren un infarto se recuperan.
Todo ello conduce al envejecimiento de la población. Esto quiere decir también envejecimiento de los tejidos, que experimentan mayor cantidad de mutaciones.
— ¿En todos estos años, cómo han evolucionado los tratamientos contra esta
enfermedad?.
— De forma espectacular. Yo acabé la carrera en el 73 y me formé como oncólogo del 73 al 76. Entonces los servicios de oncología eran sitios donde los pacientes venían a morir. Hoy en día, estamos curando más del 50% de los casos. La botella está más llena que vacía. Estamos curando mucho y, cada año, incrementamos la tasa de curaciones en un 1 o 1,5%.
— ¿A qué es debido?.
— Hemos vivido un enorme cambio entre las terapéuticas y los conocimientos de hace cuarenta años a ahora. En los 70 y a principios de los 80 el cáncer nos vencía en todas y cada una de las batallas.
Yo tuve la oportunidad de ser protagonista y testigo cuando volví de Inglaterra. Tratábamos a chicos con cáncer de testículos, que el 90% morían. Al cambiar y administrar una nueva terapéutica pasamos, con meses de diferencia, al 90% de curaciones. Ahí empezamos a ganar alguna batalla. No hay que dejar de tener esperanza porque hay grandes avances.
— ¿Qué ocurrió en los años sucesivos?.
— En los 90 se fueron introduciendo mejores tratamientos, tanto quirúrgicos como de radioterapia y quimioterapia. Además, se han producido alianzas entre las distintas especialidades. Esto es importante, porque trabajando todos juntos acorralamos mucho más al cáncer.
En el tercer milenio, los dos grandes avances que se han producido son la personalización o medicina de precisión y la inmunooncología, el tratamiento inmunitario contra el cáncer. El mundo oncológico tiene una evolución espectacular.
— Cuando una persona ha recibido un diagnóstico de cáncer, ¿qué debe hacer?.
— Lo más importante es ir a un lugar donde sepa que la estrategia diagnóstica y terapéutica que van a hacer va a ser interdisciplinaria. Por ejemplo, si tienes un cáncer de mama, tendrás un cirujano, un oncólogo médico, un oncólogo radioterapeuta, etc. Ellos, de manera conjunta, van a tomar la decisión de cuál es la mejor terapéutica para el paciente. Se ha acabado la época en la que un único médico tomaba todas las decisiones.
— ¿Qué opina de las terapias alternativas?.
— En algunas encuestas que hemos realizado hemos visto que el 20% o 25% de los pacientes hace algún tipo de terapia complementaria. No obstante, hay que diferenciar claramente las terapias complementarias de las alternativas. Terapias complementarias pueden ser el reiki, el yoga, etc. Mientras que las alternativas, vete a saber. En Barcelona (España) hace años se llegaron a poner transfusiones de glóbulos rojos de carnero negro.
A mí me parece bien que una persona con cáncer haga yoga. Pero, desde mi punto de vista, los gobiernos y los colegios de médicos deberían intervenir ante las terapéuticas alternativas que evitan que el paciente reciba aquellas que pueden ser curativas para él. Esto no solo es mala praxis, es claramente delictivo.