POR ESTRELLA FLORES-CARRETERO
Vaya por delante que, si ya era habitual sentir ansiedad laboral antes de esta crisis, ahora se ha convertido en un problema casi tan extendido como el coronavirus.
La OMS cifraba en más de 250 millones las personas que sufrían trastornos por ansiedad en su puesto de trabajo antes de la pandemia. En situaciones de emergencia, como la que vivimos, el problema se ha disparado y es causa de tristeza, desaliento, problemas para conciliar el sueño, trastornos gastrointestinales, cambios de carácter… Cuidar la salud mental propia y de los trabajadores en estos momentos constituye una prioridad empresarial.
Los datos de afectados por COVID-19, el número de contagios, las tasas de mortalidad son terribles. También lo es el parón de la economía. Hay muchas personas que han visto reducidos o incluso suprimidos de golpe sus ingresos; multitud de gente ha sido despedida o infinidad de empresarios ignoran qué pasará después, si recuperarán su actividad, si podrán hacer frente a los pagos atrasados…
Todo esto es así de crudo y, consecuentemente, provoca ansiedad. Por eso es importante aprender a gestionarla. Mis propuestas son:
Reducir y seleccionar el consumo de noticias. No hay por qué ser fieles a nuestras fuentes de información de toda la vida, sino elegir aquellas fiables, rechazar las alarmistas y las que se dediquen a alimentar el miedo, las noticias falsas y el odio. Basta con un momento al día, por la mañana o por la noche, o brevemente en dos bandas horarias, para saber cómo va todo y, a continuación, desconectar y dedicarse a otros asuntos.
Tener una agenda laboral repleta. El día a día debe estar enfocado hacia el cumplimiento de objetivos, con un horario profesional que permita conectar con los equipos de trabajo, mediante una comunicación cercana, clara y personalizada, donde se cuiden las emociones de las personas y se dé respuesta a sus necesidades individuales. En el caso de que el trabajo esté paralizado, la teleformación puede ocupar el grueso del horario laboral.
Disfrutar del tiempo personal. Conviene empezar el día haciendo ejercicio, porque mantenerse activos físicamente mejora la salud mental y ayuda a mantener hábitos de vida saludable. En el tiempo personal puede tener cabida una hora de actividad en familia o para practicar una afición creativa, cocinar, ordenar… Llenar la agenda con horarios resulta saludable.
Reconectar con amigos. En estos días no es extraño contactar con personas de las que hacía años que no sabíamos nada. Eso es hermoso. Aprovechemos para reconectar y despertar afectos dormidos. Aunque vivamos solos, no estemos solos.
Cambiar el enfoque. Es cierto: lo que está pasando es terrible. Pero no podemos hacer más que cumplir con lo que recomiendan las autoridades sanitarias. Y esperar. La naturaleza tiene un tiempo de recuperación que no va a acelerarse por nuestra ansiedad. Lamentarnos no va a mejorar la situación. Sin embargo, nuestra salud mental sí saldrá beneficiada si conseguimos gestionar las emociones y ver una oportunidad para aprender y mejorar. Ahora podemos hacer todo eso que aparcábamos por falta de tiempo: escribir, leer, hacer bricolaje, interaccionar mejor con los hijos o la pareja, meditar, practicar relajación, ver películas pendientes, seguir tutoriales para aprender esto y lo otro… O rediseñar nuestro trabajo para el día después.
Solo hay una cosa segura: esto no va a durar eternamente y habrá que estar preparados para retomar la actividad con fuerzas renovadas. Así que aprovechemos el tiempo y no perdamos la esperanza.