Andalucía es una de las regiones que vive con mayor fervor la semana de pasión y muerte de Cristo y son afamados sus festejos en grandes ciudades como Sevilla o Málaga, pero en el interior existen poblaciones que la viven con similar intensidad, con curiosas formas y maneras de representarla…
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+++ En Alcalá la Real (Jaén) se portan los pasos religiosos alrededor de su castillo, la Fortaleza de la Mota, una de las bellezas culturales y arquitectónicas de la zona, que posee tres recintos: el exterior, la alcazaba y el alcázar con su torre del homenaje, todo ello en un gran estado de conservación.
+++ En Lucena (Córdoba) se encuentra la iglesia gótica renacentista de San Mateo que fue una sinagoga hebrea en una ciudad en la que predominaron históricamente los judíos conversos y en la que sus rastros son evidentes.
El periódico español ABC publicaba los veinte pasos más populares de la Semana Santa española y a la cabeza de la lista aparecían el Cristo del Gran Poder y La Macarena, de la ciudad de Sevilla, y en ella también estaban la Procesión de los Legionarios y El Cautivo de Málaga, o el también sevillano Cristo de los Gitanos, pero en la Andalucía interior existen unas localidades donde celebran con igual intensidad que en esas grandes urbes, pero con unas características especiales.
Engarzadas en el denominado “Caminos de Pasión”, la forman municipios entre los veinte y treinta mil habitantes, que abarcan tres provincias de la zona: Jaén, Córdoba y Sevilla. Las ocho ciudades que lo conforman son la localidad de Alcalá la Real, de Jaén; Baena, Cabra, Lucena, Priego y Puente Genil, que son de Córdoba; y Osuna y Carmona que están enclavadas en Sevilla.
Con el factor común de ofrecer una alternativa a las grandes capitales, en todos estos lugares celebran la semana más grande de su tradición a su manera, en todos distinta, pero semejante en intensidad, interés, devoción y con la participación masiva de sus habitantes.
Son poblaciones en las que existe un arte sacro con ciertas similitudes, enmarcado en casi todos los casos en el denominado estilo barroco andaluz y con unos templos de sutil belleza, que se complementa con una amabilidad y gracia innata de sus pobladores.
Para Encarna Giráldez, de la Oficina Técnica de Caminos de Pasión: “La ruta que conforman estos pueblos es esencia de Andalucía y en todos los municipios se vive con alegría y ardor, no solo la Semana Santa, sino todo el año, pero muy especialmente las semanas de adviento, tras la marcha de `don carnal´”.
LA MESA DE LOS APÓSTOLES Y LOS ROMANOS.
En Alcalá la Real se portan los pasos religiosos alrededor de su castillo, la Fortaleza de la Mota, una de las bellezas culturales y arquitectónicas de la zona, que posee tres recintos: el exterior, la alcazaba y el alcázar con su torre del homenaje, todo ello en un gran estado de conservación. Ver las imágenes pasar desde sus almenas es algo verdaderamente impactante.
Para Isabel Fuentes, hermana mayor de la Hermandad de Penitentes de los Apóstoles y Discípulos de Jesús, una de las existentes en la población y guardiana de los enseres de la entidad, como es la mesa de los 12 apóstoles, “es algo increíble, una suerte y una entrega que nos sale muy de dentro y en la que ponemos el alma”, comenta a Efe.
Otra celebración interesante es la que se celebra en la localidad cordobesa de Puente Genil, en la que participa todo el pueblo en las semanas de Cuaresma y que consiste en acompañar a una agrupación que viste con coloridas túnicas de romanos y “suben a Jesús” hasta el “monte Calvario”, una loma de la ciudad donde existe una ermita.
Hasta allí llegan acompañados por todos los vecinos para cantar, todos los viernes antes de la Gran Semana, el “Miserere”, entre el alboroto de los asistentes, incluidos jóvenes y niños, la cantera del futuro, y seguidos de “los atacaos”, otra agrupación de la localidad.
COLINEGROS, COLIBLANCOS Y LA QUEMA DE INCIENSO.
En la localidad cordobesa de Baena se pueden escuchar –cuando no llueve- la “turba de judíos” con sus ensordecedores tambores, que salen en estas fechas: son los coliblancos y los colinegros, hermandades en las que los participantes llevan una vestimenta caracterizada por una casaca roja y un casco de donde pende una cola de caballo y que será, blanca o negra, según pertenezcan a una u otra agrupación, pero eso sí, siempre tiene que ser de crines de caballo auténtico.
Pero detrás de las celebraciones siempre hay una bella imagen, sea donde fuere y, para el artesano imaginero Fernando Cobo, especialista en la elaboración de figuras en madera, ubicado en la localidad de Priego de Córdoba: “Los trabajos te pueden llevar un año y suelen ser siempre por encargo. Aunque también me dedico a la restauración, es un trabajo que te lleva mucho tiempo, pero el resultado suele ser muy gratificante”.
Y, además de elegir una talla histórica u otra adquirida a un buen artesano, luego hay que vestirlas y hacer los preparativos para que las figuras se conviertan en pasos de Semana Santa, es decir que salgan a las calles para solaz y contemplación de fieles y miles de turistas que se agolpan en esas fechas.
Esa es una de las labores de las cofradías, así como dotar de ambiente a la zona por donde se expondrán, a lomos de los costaleros o santeros, según quien los mencione, los pasos. Para ofrecer ese ambiente único andaluz se prenden, en muchas localidades, continuamente, incluso en los bares de las calles céntricas, gran cantidad de resinas aromáticas.
Así el hermano mayor de la Cofradía Amor y Paz de la ciudad de Lucena comenta a Efe: “Es costumbre que, a partir de la Cuaresma y durante todos los días de pasión, se enciendan miles de incensarios, tanto en las iglesias como en los bares de copas y, por supuesto, en los propios domicilios particulares. Nuestros pueblos, llegada la Cuaresma, siempre huelen a incienso”.
LA “MANANTA” Y EL “LLANTO” DE LA PIEDRA.
En la localidad de Puente Genil existe la costumbre de referirse a la Semana Santa y la Cuaresma, así como a los actos de culto y procesiones con el vocablo “mananta”.
Según recogen en su página web la Corporación Bíblica Autoridades Judáicas de Jerusalén (“La Judea”) de esta localidad cordobesa (www.puente-genil.es) “El origen de esta palabra viene dada por “el Nene”, que vivió en las últimas décadas del Siglo XIX y en las primeras del Siglo XX (alrededor de 1870-1930 aprox.)”. Esta persona, a consecuencia de ser disminuido psíquico, tenía un defecto de pronunciación y pronunciaba mananta en lugar de Semana Santa.
“Al ser una persona muy conocida localmente, además de ser esta una palabra bien sonante, cayo en gracia el término convirtiéndose en uso común para todos los vecinos de la localidad”, indican desde la web de la mencionada Corporación Bíblica.
“De esta forma enraizó dicha palabra en Puente Genil, refiriéndose a nuestra Semana Santa y, aunque no aparezca en la Real Academia Española, está en mente de todos los que viven la Semana Santa Pontana, ampliándose su significado, no solo a esos siete días del año, sino que además la “mananta” despierta el fervor cristiano, la alegría y la fraternidad de todos los que vivimos esta fiesta junto a sus procesiones, a sus cultos y a su cuaresma”, indican.
Según la Técnico de la Delegación de Turismo de Puente Genil, Sandra Martínez, a partir de ahí la ciudad, en solidaridad con el joven, utilizaron el término “mananta”, “con el apoyo de la Agrupación de Cofradías y Corporaciones Bíblicas de Puente Genil. Hasta el punto que todos los años existe el galardón “Manantero ejemplar”, para quien ha destacado durante las celebraciones”.
En Cabra también cuentan con alguna curiosidad, por ejemplo en la magnífica Parroquia de la Asunción que, por una parte tiene la planta de una antigua mezquita, que se adivina a simple vista y, además, está fabricada con una piedra caliza que se produce cerca de la ciudad y que se asemeja al mármol pero que, cuando existe mucha humedad “normalmente dos o tres días antes de que llueva”, según indica a Efe el técnico de Turismo de la localidad, Francisco Javier Gómez , “supura agua por la condensación, desde los suelos hasta las columnas y parece que esté “llorando””.
En Lucena se encuentra la iglesia de San Mateo que fue una sinagoga hebrea en una ciudad en la que predominaron históricamente los judíos conversos y en la que sus rastros son evidentes. Además, caminando por el centro de la urbe se ven numerosos signos que recuerdan a este colectivo, como ver los nombres de las calles en castellano y en hebreo, además de en musulmán, señal inequívoca de que sus habitantes no olvidan esa mezcla de culturas que convivieron durante siglos allí.
Una de sus costumbres en la semana de Pasión es que los santeros (costaleros) salen llevando los pasos a rostro descubierto, como reminiscencia de los primeros judíos conversos que salieron en procesiones en la Edad Media, para demostrar de forma clara y contundente a toda la ciudad, que habían abandonado sus creencias hebreas.
En definitiva, múltiples destinos andaluces con unas formas diferentes de celebrar y de enfocar los actos litúrgicos y populares de la Semana de Pasión, pero unidos por una forma generalizada de vivir los previos y la Semana Santa popular que no deja indiferente a ningún turista que quiera verlo en estas fechas.
Por Antonio Dopacio.
EFE/REPORTAJES