Kelly Arévalo
Toronto, Canadá
El frío invierno canadiense se alegra cada febrero con la celebración del Día de San Valentin, también conocido como el mes del amor y la amistad. Sin embargo, desde que inició la pandemia del COVID-19, en terminos económicos y de consumo, ha habido menos entusiamo para celebrar estas fechas.
Las flores, tarjetas y chocolates, aunque en menor cantidad, siguen teniendo presencia en estos días, pero las tradicionales cenas románticas y las salidas a restaurantes con amigos y amigas parecen haber cambiado a la modalidad de comidas a domicilio, o cenas preparadas en casa, es decir la pandemia ha logrado en gran medida que San Valentín se quede en casa.
La compra de regalos para esta ocasión también pasó en un alto porcentaje de las tiendas en los centros comerciales a las compras en línea. En 2021 los canadienses, de acuerdo a cifras oficiales, gastaron un veinte por ciento menos que el año anterior para el Día de San Valentín. Desempleo, estado de ánimo, aumento de costo de vida, distanciamiento social, son razones obvias para entender los cambios de consumo y en las formas de celebrar esta fecha tan esperada.
El “desánimo” consumista que la pandemia ha causado al mes de San Valentín, es una buena oportunidad para reavivar y reconectar con el verdadero significado de la amistad y el amor.
Aunque no podemos hablar todavía de nuevos modelos de convivencia, ha quedado claro que la pandemia nos ha llevado a una mayor dependencia en el uso de la tecnología, aplicaciones, dispositivos móviles, video conferencias y llamadas, para mantener vínculos de amistad, desarrollar las relaciones interpersonales, y para forjar lazos de “cercanía”.
Amistad a distancia
Para las familias y las personas migrantes, la separación física y el distanciamiento con amistades y seres queridos es una compleja y dura experiencia con la que se tiene que cargar al marchar de nuestros países de origen.
Cada persona vive diferentes emociones y experimenta diversas etapas en el difícil proceso de separación que implica la migración.
En ese ambiente de nostalgia por amistades cultivadas con el paso del tiempo, por el anhelo de un abrazo a seres queridos lejanos, fue que la pandemia del COVID-19 nos sorprendió a muchas familias migrantes, impactando con mayor fuerza a las recién llegadas.
La pandemia afectó negativamente, interrumpiendo los procesos normales de adaptación y de socialización que los recién llegados estaban desarrollando en sus nuevas comunidades. El distanciamiento social, y los protocolos de prevención y aislamiento derivados de la pandemia, afectaron especialmente eso tan valioso de las relaciones interpersonales, la amistad.
Lo sorprendente de todo esto que nos ha pasado en estos dos últimos años, es la rapidez con la que nos hemos adaptado a esta interrupción de las relaciones interpersonales, incluso hemos aprendido no solo a fortalecer vínculos, sino también a cultivar nuevas amistades a través de los medios digitales.
Adaptarse a vivir en un nuevo país pasa por construir lazos de amistad, crecer en comunidad, partiendo de la identidad y cultura propia. Es en ese camino en donde encontramos el apoyo y la solidaridad, allí vamos descubriendo las semillas de amistades duraderas. Las dificultades y momentos difíciles creados por la pandemia han servido para reencontrarnos con el verdadero y profundo valor de la amistad.
Personalmente, quiero agradecer a El Centro Newspaper de Toronto, que me ha permitido acercarme y conocer más a la comunidad por medio de esta columna. Fue también hace un año que inicié un espacio virtual de encuentro y amistad en www.revistasersv.com esto me ha dado la oportunidad de comunicarme y compartir con ustedes amigas y amigos lectores.
En este mes de San Valentín dedica uno minutos a pensar ¿Cuál sería el mejor regalo que esperarías?
Que esta fecha sirva para recordar lo bonito y valioso de las amistades para nuestras vidas. Es buen momento para reconectar con aquellas amistades que se han enfriado por las vicisitudes de los tiempos en pandemia. Una buena conversación se puede lograr en persona y también de forma virtual, dediquemos tiempo a construir momentos agradables.
La amistad, ese afecto puro y desinteresado crece entre las personas en cualquier circunstancia de la vida, se fortalece con el tiempo, es fuente de alegría, nos ayuda a redescubrirnos, y nos hace emocionalmente más estables.
Recordemos que las habilidades para relacionarnos con otras personas son aprendidas, enseñemos con el ejemplo a los niños y niñas, creando ambientes propicios para fortalecer vínculos de amistad desde una temprana edad, serán un gran apoyo para su bienestar y calidad de vida.
¡Feliz día de San Valentín!
*Kelly Arévalo, Abogada en El Salvador, con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Máster Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto. Fundadora de www.revistasersv.com