TORONTO. Cada año, en Octubre, la Asociación de Seniors Hispanohablantes de Toronto lanza un llamado público a la reflexión en torno a cuestiones de interés para los adultos mayores, sus familias, sus amistades y quienes realizan tareas de cuidados.
Así, hemos encarado temas como la salud, la vivienda, el abuso y los malos tratos, los derechos, la accesibilidad o el empoderamiento.
Este último, el empoderamiento, abarca un amplio espectro de líneas de trabajo y en una de nos hemos planteado trabajar junto a organizaciones hermanas en los meses venideros: el rol de las personas adultas mayores dentro de la dinámica familiar y su papel, a través del diálogo intergeneracional, como trasmisores de identidad cultural, riqueza lingüística, capacidad adaptativa y resiliencia.
Las nuevas generaciones jóvenes enfrentan sus propios desafíos y suyas deben ser la elaboración de estrategias para enfrentarlos o las decisiones concretas para superarlos.
Sin embargo, como adultos que hemos pasado por experiencias similares, sabemos que, desde identidades culturales fuertes, desde la seguridad de saber quiénes somos y cuáles son las características que nos hacen dignos de respeto, aprecio y amor, el futuro se enfrenta con mayores posibilidades de éxito.
Esas identidades culturales pueden significar para los jóvenes una salvaguarda contra la discriminación o los estereotipos inferiorizantes y deberían ser promovidas a través de una “educación para la resiliencia y la adaptación social exitosa” a través del diálogo, los relatos, la trasmisión de experiencia, la exteriorización de emociones y sentimientos y, sobre todo, del lenguaje.
Es bien conocido el fenómeno que determina que en las comunidades de inmigrantes las sucesivas generaciones vayan perdiendo, primero, el interés en el aprendizaje de la lengua madre, y luego, la capacidad para hacer uso de ella. Y ese fenómeno se sustenta en un error ya superado y en un temor que es preciso superar.
El error ya superado es el de creer que el aprendizaje de un idioma puede retrasar el aprendizaje de otro o interferir en la adquisición de conocimientos en otras áreas. Esa creencia está totalmente desmentida por la pedagogía contemporánea: los niños o las niñas bilingües o trilingües no tienen retrasos en el aprendizaje y, por el contrario, incorporan nuevos conocimientos con mayor facilidad.
El temor que es necesario superar es el que conduce a creer que la utilización de una segunda lengua, puede provocar o alentar conductas discriminatorias. La discriminación no surge nunca de lo que somos. Se origina en la ignorancia, las fobias y la inseguridad de quien discrimina, por lo que no será escondiendo nuestra identidad que podremos desactivarla. Por el contrario, el mejor antídoto contra la discriminación y los estereotipos es darle su justo lugar a lo que nos enriquece y nos identifica. Y el bilingüismo es una riqueza a consolidar e incrementar.
Por ello, los adultos mayores de la comunidad de origen hispano-latinoamericano de Toronto son un reservorio de identidad, diversidad y riqueza cultural. Y son, además, los portadores naturales de una herencia y un bien inestimable: la segunda lengua en cantidad de hablantes en el mundo (495.000.000 de personas), la segunda en lo que tiene que ver con las comunicaciones internacionales, la tercera en Internet y también la segunda en el único país que comparte fronteras terrestres con Canadá, en donde es hablada por 39.2 millones de personas.
La promoción del bilingüismo como elemento vertebrador de identidades culturales, desarrollo, empoderamiento y construcción comunitaria deberá estar entonces entre los roles que, como adultos mayores, asumamos activa y responsablemente en los diferentes ámbitos en los que nos movemos (la familia, el vecindario, la comunidad).
ASHTOR (Asociación de Seniors Hispanohablantes de Toronto).