Por Alejandro A. Morales
y que de aquellos un nueve por ciento resultó con heridas de seria gravedad. Además, concluyó el estudio, aproximadamente el 67 por ciento de las lesiones o muertes de los peatones se debieron al error del conductor.
Las personas mayores de 65 años representan alrededor del 60 por ciento de las muertes por tránsito peatonal. Ese es un número asombroso para un solo grupo demográfico afirmó un especialista en tráfico de la Policía de Toronto. Las personas mayores también son más susceptibles a las lesiones sufridas por ser golpeados por un coche. Un hueso roto puede tardar más en curarse, por ejemplo, y para los peatones ancianos que son atropellados muy a menudo la lesión original no es lo que resulta en la muerte de la persona, sino las complicaciones que surgen de esa lesión.
En respuesta a un informe de un médico forense en 2012 sobre las muertes de peatones, el gobierno de Queen’s Park pasó una nueva ley para aumentar las multas de los conductores que no se detienen y ceden toda la calzada a los peatones cuando hay un guardia de cruce. Ese informe encontró que el 36 por ciento de los peatones muertos en Ontario en 2010 eran personas de la tercera edad, incluso cuando ellos representan sólo el 13 por ciento de la población provincial.
Organizaciones de adultos mayores de Ontario han apelado a la provincia y municipalidades de realizar mayores cambios, los que incluyen en incrementar el tiempo dado a los peatones al cruzar las intersecciones en numerosas calles. Aparentemente, todo el mundo marcha tan a prisa que nadie se detiene a avanzar con cautela o, peor aún, se encuentran ocupados en su teléfono celular o su iPad o cualquiera que sea lo que están haciendo que simplemente no prestan atención al mundo a su alrededor.
Hay quienes opinan que la vulnerabilidad de nuestros adultos mayores es un “problema tan obvio” que podría ser solucionado reduciendo los límites de velocidad en el corto plazo y con calles mejor diseñadas en los próximos años. Es una vergüenza que tantos adultos mayores sigan falleciendo sin que el consejo municipal o el gobierno provincial hayan reaccionado de una manera más drástica.
En el año 2012 un reporte forense recomendó una disminución de la velocidad establecida en vías residenciales y caminos arteriales, algo que fue corroborado por el Médico Oficial de la ciudad. Algunos quisieran ver a Toronto seguir el ejemplo de Edmonton, Calgary, Winnipeg y otras ciudades que han reducido velocidades límites y establecido foto-radares para desalentar aquellos conductores viajando a mayor velocidad.
El Toronto Star en su editorial del 12 de diciembre del 2016 hace un llamado diciendo que es hora de hacer nuestras calles un lugar más seguro. Por ejemplo, en un solo día del mes de diciembre, 15 peatones fueron atropellados por vehículos, incluyendo una fatalidad. Agrega que la Policía Metropolitana en forma alarmante hace un llamado advirtiendo que el 2016 será el peor año en términos de fatalidades anuales desde el 2002. Es necesario analizar los daños, no como un mero “accidente” que debe ser aceptado como el precio inevitable del movilizarse en una gran ciudad. Al contrario, es hora de que visualicemos esto como un tipo de violencia prevenible y adoptemos políticas destinadas a eliminar estas situaciones tan repetidas.
La educación pública en la materia tiende a instruir a los peatones, diciéndoles por ejemplo que usen ropas de un fuerte colorido y se mantengan alertas para evitar ser objeto de atropello en nuestras calles. Esto constituye lo que podríamos llamar un “buen consejo práctico”, pero definitivamente no debiera ser una tarea de los peatones el evitar los vehículos.
El año 2010 la organización Downsview Services for Seniors dio a conocer, en varios idiomas, un reporte titulado “Comunidades amigables con la comunidad”, subsidiado por el programa New Horizons del Gobierno Federal y como una colaboración con el Toronto Seniors Forum. Este proyecto animó a la comunidad a reunirse para asegurarse que todos los residentes, y en especial las personas mayores, pudieran envejecer en un ambiente comunitario amigable y saludable. Esto implicaba mejorar nuestras comunidades, “creando comunidades acogedoras, inclusivas, amistosas y divertidas”.
No cabe absolutamente ninguna duda que esto incluía el “cruzar la calle para ir a tomar café, hacer las compras o ir a la farmacia” y para ello tener que cruzar la calle en forma segura y sin peligro. Para ello los semáforos podrían estar programados de otra manera para dar más tiempo en cruzar la calle.
A pesar de algún progreso en esta materia, las calles siguen siendo peligrosas y todos los usuarios de nuestros caminos debieran ser considerados apoyando una reducción de los límites de velocidad como una medida esencial para la seguridad de nuestro grupo etario y el resto de la población. (Source: The Toronto Star, Downsview Services for Seniors).