POR JACQUES GIRAUD
¡Ah, el nuevo año! Esa época mágica en la que todos prometemos cambiar, alcanzar metas asombrosas y ser la versión mejorada de nosotros mismos. Sin embargo, ¿cuántos hemos caído en la trampa de las promesas incumplidas? Si tu historial de resoluciones es largo, no estás solo. Pero este año, en lugar de sumergirnos en la piscina de la procrastinación, la distracción y la falta de organización, ¡vamos a romper con la tradición!
-Clave 1: Menos palabras, más acción
“Este año me pongo en forma”, “voy a aprender un nuevo idioma”, “definitivamente voy a organizar mi vida financiera”. Palabras, palabras y más palabras. ¿Suena familiar? En lugar de perderte en un mar de promesas verbales, es hora de adoptar una filosofía más minimalista. Menos charla, más acción. En vez de proclamar a los cuatro vientos tus propósitos, comienza con pequeños pasos tangibles. Yo baso las acciones de mi plan en la teoría del micropaso, y siempre agendo a diario, o semanalmente, una acción innegable de procrastinar.
A menudo, nos convertimos en prisioneros de nuestras propias promesas, creyendo que el mero acto de declarar nuestras intenciones nos acercará automáticamente al éxito. Menos promesas, más logros. No me eches el cuento, cuéntame cómo lo estás haciendo.
-Clave 2: Un plan realista es mejor que una gran promesa
“Construiré un imperio en un año”, “perderé 10 kilos en enero”, “aprenderé chino en seis meses”. Si alguna vez has formulado metas tan ambiciosas, es probable que hayas descubierto que la realidad tiene un modo particularmente molesto de interponerse en el camino. En lugar de caer en la trampa de las promesas grandilocuentes, adopta la mentalidad de la planificación realista.
En lugar de fijar metas imposibles, establece objetivos alcanzables y crea un plan realista. Mi plan de año, generalmente, son entre 20 y 25 proyectos que cubren las áreas de mi rueda de la vida: trabajo, desarrollo, salud, servicio, dinero, aventura, entre otras. Me aseguro que, aunque sea haya un proyecto o meta mínimo por cada área.
Mi plan está en un drive, no en mi cabeza, y semanalmente lo visito para actualizar los resultados y programar las acciones en mi agenda. ¿Cómo lo haces tú?
-Clave 3: La compasión hacia uno mismo como motor del cambio
¡Ups! Has tropezado. Tus grandiosas metas se han esfumado en el viento de la procrastinación. Pero, eso está bien. La vida es un viaje, no una línea recta hacia la perfección. En lugar de castigarte por tus “fracasos”, practica la compasión hacia ti mismo.
La confrontación con nuestras limitaciones puede ser desafiante, pero recordemos que el cambio real comienza con la aceptación. Al ser amables con nosotros mismos, nos damos el espacio para aprender y crecer. Así que, en lugar de caer en el pozo oscuro de la autocrítica, abraza la compasión como un motor para impulsarte hacia adelante.
* Jacques Giraud es ingeniero, especialista en desarrollo organizacional, master coach y mentor, con 25 años de experiencia. Es facilitador de Insight Seminars en más de 14 países. Autor del libro “Super Resiliente”. www.jacquesgiraud.com – Instagram: @jgiraudh