Frente al aburrimiento que provocan las dietas, la nutricionista Ágata Roquette propone un plan de 31 días en los que no se pasa hambre y para los que ofrece recetas sabrosas, variadas y con color para cada uno de estos días.
En sus consultas diarias sobre nutrición, Ágata Roquette comprobó que sus pacientes tenían muy poca imaginación para hacer recetas que les permitiera llevar a cabo sus regímenes sin caer en el tan temido aburrimiento.
Poco a poco fue recogiendo las propuestas de elaboraciones de platos que le fueron sugiriendo algunas de sus pacientes y probándolas ella misma.
Los buenos resultados de las mismas y la propuesta para reflejarlas en un libro han tenido como consecuencia la venta de más de 20.000 ejemplares en España, donde el libro va por la tercera edición, y 55.000 ejemplares en Portugal, con 19 ediciones de la obra, más de diez mil seguidores por Facebook y un segundo libro que ya se ha publicado en Portugal y que llegará a las librerías españolas en enero.
Y como los ejemplos siempre son positivos, en la primera parte de la publicación su autora habla sobre sí misma y su propia experiencia. Licenciada en Nutrición e Ingeniería Alimentaria, durante años luchó contra su propio peso, ya que llegó a pesar 90 kilos en su época universitaria.
Los pocos éxitos obtenidos por ella misma en sus diferentes consultas a especialistas le llevaron a estudiar una dieta con garantías y fácil de cumplir en la estresante rutina diaria.
Como muchas mujeres cuando llega el momento de lucir el cuerpo en las playas o piscinas, Ágata Roquette probó con las dietas ricas en proteínas que eliminan la ingesta de hidratos de carbono, pero no consideró idóneo unas propuestas tan restrictivas “que tampoco son saludables”, en su opinión.
IMAGINACIÓN EN LA DIETA
Analizó también algunas de las preferidas por las estrellas de Hollywood, como son la Atkins y South Beach, pero no le convencieron, y en cuanto a las tradicionales, se abandonan pronto por el mencionado aburrimiento. Lo mejor, pensó, era buscar soluciones que se adaptaran a las costumbres mediterráneas, incluyendo el tan deseado pan en el desayuno.
Una vez elaborada la dieta, comprobó que los que la llevaban a cabo con imaginación obtenían mejores resultados que los que se limitaban a verduras cocidas y alimentos a la plancha.
Planteado como si el lector acudiera diariamente a su consulta médica, el libro ofrece 62 recetas llenas de consejos prácticos que consiguen mantener la motivación de aquellas personas que siguen la dieta.
La intención de la autora es aproximarse mucho al lector, tratarle como si estuvieran frente a frente y ser una guía práctica en ese día a día en el que se puede comer pan, no hay que contar calorías, ni pesar la comida, en una realidad en la que comer fuera de casa es ya algo generalizado.
Otro de los atractivos de la dieta que propone Ágata Roquette es “el día loco”, del que se disfruta una vez a la semana y en el que la nutricionista aconseja “ir a la pastelería a comprarse ese pastel en el que se ha pensado durante toda los siete días de dieta. ¡Hoy no hay recetas!. Cocine lo que le apetezca, salga a comer o cenar fuera”.
HAMBRE Y ESTRÉS
Esta libertad ayuda, en opinión de la autora, a ir perdiendo esa mala relación con la comida que habitualmente tienen las personas que se ven obligadas a seguir una dieta de adelgazamiento. “Es una dieta más sicológica que otra cosa”, según la autora, quien lamenta la existencia de “un gran negocio” en torno a los regímenes.
“El hambre tiene mucho que ver con la falta de tiempo, el estrés, la ansiedad. La comida es una compensación que nos calma y por ello no hay que dejar de comer ni pasar hambre, sino comer lo adecuado”, afirma Roquette para quien es importante prescindir de los alimentos “viciantes” como las galletas, las patatas fritas, “y todos aquellos que te provocan necesidad y que no eres capaz de dejar de comerlos”.
Es un error, considera, pensar que no hay que comer, saltarse comidas o comer solo fruta, ya que todo ello “aumenta el apetito. Hay que preparar platos abundantes y ricos en la comida y en la cena y hacer un buen desayuno. Y, entre horas, picar de los alimentos permitidos”.
En la dieta no puede faltar el pan, los lácteos, las verduras y las proteínas. Tras los quince primeros días, a estos alimentos se une la fruta.
Otro de los alicientes de las recetas que propone Ágata Roquette es que son perfectamente adaptables a toda la familia “lo que permite ganar tiempo y no tener que estar haciendo comidas diferentes”.
En resumen, hacer una dieta no tiene porque ser aburrido ni debe obligar a cambiar las costumbres. “Hay que comer, salir con amigos, divertirse y lograr una buena relación con la comida. Todo ello contribuirá a seguir un régimen”, concluye.
Mila Trenas.
EFE-Reportajes