La temporada navideña puede ser hermosa… y también costosa, especialmente para familias que recién llegan a Canadá o que se ajustan a un nuevo presupuesto. Sin embargo, celebrar no significa gastar. Existen muchas maneras de vivir estas fechas con alegría, creatividad y sentido familiar sin comprometer la economía.
Una de las formas más simples de ahorrar es planificar con tiempo. Hacer una lista realista de regalos —o incluso acordar intercambios económicos— ayuda a evitar compras impulsivas. Muchas familias optan por regalos hechos a mano: galletas caseras, adornos, cartas personalizadas o fotografías impresas, detalles que tienen más corazón que precio.
Otra alternativa es organizar comidas compartidas. En lugar de que una sola familia asuma los gastos, cada invitado lleva un platillo. Este gesto, además de económico, crea comunidad y permite disfrutar sabores de diferentes países.
Las actividades familiares tampoco tienen por qué ser costosas. Caminar por barrios con luces navideñas, visitar mercados gratuitos, patinar en pistas públicas o simplemente ver películas de temporada en casa son opciones cálidas y accesibles.
Lo importante no es cuánto se gasta, sino cuánto se comparte. Las fiestas son una oportunidad para recordar que la abundancia también se mide en afecto, tiempo y presencia.











