El presidente Donald Trump anunció este 21 de junio que Estados Unidos llevó a cabo ataques aéreos contra tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. Según su declaración oficial en redes sociales, la operación fue ejecutada con aviones B‑2 Spirit, equipados con bombas “bunker buster” (GBU-57), destinadas a destruir los centros de enriquecimiento subterráneos más protegidos.
Trump calificó la misión de “muy exitosa”, indicando que todos los aviones regresaron sin bajas:
“All planes are now outside of Iran air space. A full payload of BOMBS was dropped on the primary site, Fordow.”
La ofensiva se coordinó con Israel, en el marco de bombardeos israelíes previos contra defensas antiaéreas iraníes. El Pentágono desplegó refuerzos aéreos en la región, manteniendo aviones cisterna y portaaviones en alerta máxima.
Reacciones y riesgos
Respaldo político en EE.UU.: líderes republicanos como Lindsey Graham y el senador John Fetterman expresaron apoyo; sin embargo, hubo críticas sobre la legalidad sin autorización del Congreso.
Riesgo de escalada: Irán promete responder “severamente”, posiblemente mediante grupos como Hezbolá o los hutíes desde Yemen.
Preocupaciones internacionales: Francia y Alemania instan al diálogo, mientras Arabia Saudita y Egipto piden moderación.











