Rodrigo Díaz M.
El 3 de mayo cinco hombres armados y encapuchados irrumpieron en la casa de un niño de 11 años, situada en una zona rural de la provincia del Valle del Cauca, y lo secuestraron.
Tras haber permanecido 18 días en manos de estos rebeldes el niño fue liberado y se ha reunido con su familia.
Junto con el joven, un empleado doméstico también había sido secuestrado. A esta persona también la liberaron poco después del hecho, antes de liberar al niño, y los dos se encuentran sanos y salvos.
La liberación tuvo lugar luego de que se celebraran negociaciones entre los captores y la defensoría del pueblo de Colombia, la Cruz Roja y la Iglesia Católica.
La policía afirmó que los secuestradores pertenecían al Frente Jaime Martínez, un escuadrón del grupo rebelde FARC que siguió luchando tras el acuerdo de paz firmado por las FARC en el 2016.
Muchos grupos rebeldes disidentes, como el Frente Jaime Martínez, se financian mediante la extorsión y los secuestros para pedir rescate, así como el tráfico de drogas.
El comandante de la policía regional, el general de brigada Carlos Oviedo, afirmó que el padrastro del niño era el verdadero objetivo de los secuestradores, pero que estos se llevaron al niño como represalia cuando descubrieron que el padrastro no estaba en casa.
El padrastro, un comerciante local, declaró a los medios de comunicación locales que no estaba involucrado en ningún negocio ilícito y que no sabía por qué había sido elegido como objetivo. No está claro si se pagó un rescate por la liberación del niño.
Su padrastro dijo que el niño había contado a la familia que había estado encadenado durante los cuatro primeros días de su cautiverio, pero que se encontraba en buen estado de salud.











