Rodrigo Díaz M.
Autoridades del gobierno de Colombia han anunciado que han solicitado unirse a un banco de desarrollo con sede en China, en lo que representa otra nueva señal del alejamiento de América Latina con los Estados Unidos y el gobierno de Donald Trump.
Todo esto sucedió durante la visita a China del presidente colombiano, Gustavo Petro, donde se reunió con la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff, directora del Nuevo Banco de Desarrollo y con autoridades chinas.
Esta entidad crediticia multilateral se creó hace una década como un proyecto de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (los llamados países BRICS, principales mercados en desarrollo) como contrapeso a instituciones dominadas por los Estados Unidos, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Hasta la fecha, el Nuevo Banco de Desarrollo ha aprobado préstamos para 122 proyectos de infraestructura por un total de más de 40 billones de dólares en áreas como el transporte, el saneamiento y la energía limpia.
Colombia se ha comprometido a comprar acciones del banco por valor de 512 millones de dólares. Colombia es el segundo país latinoamericano que intenta unirse al banco, después de que Uruguay solicitara su adhesión en el 2021.
Esto no ha gustado para nada en los Estados Unidos, ya que el Departamento de Estado afirmó esta semana que se opondrá a la financiación de proyectos vinculados a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de China en América Latina.











