Rodrigo Díaz M.
La Comisión Electoral Central de Moldavia confirmó la victoria y reelección de Maia Sandu el lunes por la mañana.
Sandu obtuvo el 55% de los votos, según los resultados preliminares, y en un discurso pronunciado a última hora de la noche del domingo prometió ser la presidenta de todos los moldavos.
Su rival, Alexandr Stoianoglo, apoyado por el Partido Socialista prorruso, había abogado por una relación más estrecha con Moscú.
Durante la jornada, el asesor de seguridad nacional de la presidenta afirmó que se había producido una “injerencia masiva” de Rusia en el proceso electoral moldavo que tenía “un alto potencial para distorsionar el resultado”.
Rusia ya había negado su intromisión en la votación, que se produjo una semana después de otras elecciones clave en Europa del Este, en Georgia, cuyo presidente dijo que había sido una “operación especial rusa”.
Stoianoglo, que fue despedido como fiscal general por Sandu, ha negado ser pro-Kremlin.
En un comunicado conjunto en el que felicitaban a Sandu por su reelección, la Comisión Europea y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, afirmaron que se había producido una “injerencia sin precedentes por parte de Rusia”.
Al cierre de las urnas, tanto Sandu, de 52 años, como su rival dieron las gracias a los votantes, y Stoianoglo habló tanto en ruso como en rumano. Aunque el rumano es la lengua principal de Moldavia, el ruso está muy extendido debido a su pasado soviético.
La participación, del 54%, fue alta, especialmente entre los votantes expatriados en los colegios electorales del extranjero.
Moldavia, república soviética durante 51 años, limita con Ucrania y Rumanía y es uno de los países más pobres de Europa. Tiene 2,5 millones de habitantes y 1,2 millones de expatriados.