Rodrigo Díaz M.
Varios días después de que el primer ministro Justin Trudeau recibiera una carta de algunos de sus diputados pidiendo su dimisión, dejó meridianamente claro que no se va a ir a ninguna parte.
“Sí”, dijo, respondiendo inequívocamente a la pregunta de un periodista sobre si seguiría siendo el primer ministro de Canadá después del 28 de octubre. Ese es el plazo que le han dado los diputados disidentes para responder a su petición de dimisión.
Alrededor de dos docenas de diputados respaldaron la carta ante la preocupación de que la caída de la popularidad de Trudeau entre los canadienses provoque una derrota liberal en las próximas elecciones. Sólo un puñado de ese grupo se ha identificado públicamente.
Tras la reunión del miércoles, Trudeau prometió reflexionar sobre lo dicho por los parlamentarios. Aún así, se ha mantenido desafiante sobre su renuncia.
Desde que Poilievre asumió el liderazgo de los conservadores hace dos años, los liberales han visto cómo sus resultados en las encuestas caen en picado. Los últimos sondeos sugieren que, de celebrarse hoy elecciones, los liberales perderían más de la mitad de sus escaños actuales.
El ministro de asuntos del norte, Dan Vandal, que recientemente anunció que no se presentará a la reelección tras 30 años en política, dijo a la prensa que el primer ministro sigue contando con todo su apoyo y que se alegra de que Trudeau se quede.
Otros parlamentarios expresaron su decepción por el hecho de que Trudeau no se tomara más tiempo para reflexionar sobre su decisión tras la reunión, o dijeron que no están seguros de que haya tomado una decisión definitiva.
Trudeau llevaba meses eludiendo las preguntas sobre su futuro y nunca ha vacilado en su plan de liderar el partido en las próximas elecciones, que deben celebrarse en octubre próximo, pero que podrían llegar mucho antes.
Numerosos liberales, entre ellos varios cercanos al primer ministro, han afirmado que éste disfruta y sobresale cuando se le presenta una dura batalla.