Rodrigo Díaz M.
Cuando la administración del premier Doug Ford dio a conocer su plan en el 2021 para ampliar una línea de metro de Toronto a Richmond Hill, parecía diferente de lo que el gobierno anterior tenía la intención de construir.
En lugar de ir en línea recta hacia el norte, una parte del metro de Yonge Norte se desviaría hacia el este desde la calle Yonge, pasaría por debajo de una zona residencial, un colegio público y un afluente del río Don Este antes de salir a la superficie en su tramo final.
También incluiría dos nuevas estaciones en medio de terrenos propiedad de algunos de los promotores inmobiliarios más destacados de Ontario.
El cambio de trazado, seleccionado por Metrolinx y respaldado por el gobierno de Ford, allana el camino a una rentable bonanza para los promotores, que planean construir y vender más de 40 mil nuevas unidades de condominio en una espesura de rascacielos alrededor de las dos estaciones.
Ante la escasez de viviendas y el crecimiento demográfico en Ontario, un portavoz de la oficina del premier dijo que es importante que las líneas de transporte público sean accesibles a las nuevas comunidades, y calificó el nuevo trazado de “la mejor opción disponible”.
Las autoridades locales y provinciales llevan décadas deseando una ampliación del metro de Yonge.
En el 2009, el ministro de medio ambiente del entonces gobierno provincial liberal dio luz verde a un plan para un trazado totalmente subterráneo de seis estaciones.
El proyecto permaneció sin financiación y en estado latente hasta el 2019, cuando el gobierno de Ford presentó una ley para transferir la ejecución de los futuros proyectos de transporte rápido de Toronto, incluida la ampliación del metro de Yonge, a la agencia provincial Metrolinx.
En ese momento, el costo del trazado originalmente previsto de seis estaciones se estimó en 9.3 billones de dólares, casi el doble de lo que había presupuestado el gobierno de Ford. Metrolinx declaró entonces que sólo podía permitirse construir tres nuevas estaciones.