Rodrigo Díaz M.
La economía rusa está mostrando signos de tensión en medio de una elevada inflación y un mercado laboral cada vez más tenso, lo que, según funcionarios del G7 y europeos, es una prueba de que las sanciones occidentales por la guerra de Ucrania están funcionando.
El Banco Central de Rusia, independiente del gobierno, lanzó una nueva advertencia la semana pasada. La gobernadora del banco, Elvira Nabiullina, dijo que la economía seguía “sustancialmente sobrecalentada”, después de que sus miembros elevaran su tasa de interés clave al 18%, el nivel más alto en más de dos años, y afirmara que la inflación anual ha subido al 9%.
“Para que la inflación comience a disminuir de nuevo, es necesario endurecer aún más la política monetaria”, dijo el banco en un comunicado, insinuando aún más subidas de tasas de interés.
La decisión sobre las tasas de interés se produjo días después de que ocho ministros de economía europeos escribieran esta semana que Rusia estaba experimentando lo que llamaron una “re-Sovietización de la economía”. Afirmaron que los informes de crecimiento del PIB, que el Kremlin ha pregonado como prueba de que la
Los ministros afirman que Rusia ha tenido que recurrir a los activos líquidos de su fondo nacional de riqueza, valorados en 55 billones de dólares a 1 de abril por el ministerio de finanzas ruso, para financiar su industria bélica, que se ha convertido en un elemento central de la economía nacional. Pero los datos del ministerio de finanzas muestran que ese valor se ha desplomado casi un 50%, desde los 104.7 billones de dólares de antes de la guerra.
Mientras tanto, desde Moscú ha introducido prohibiciones a la exportación de petróleo y azúcar, así como estrictos controles de capital, para garantizar el suministro interno y la retención de fondos privados.