Rodrigo Díaz M.
Los premiers de Canadá han instando al gobierno federal a que acelere su compromiso con la OTAN de destinar el 2% del PIB a gastos de defensa para el 2032.
Los llamamientos se produjeron en la cumbre de Premiers de Canadá en Halifax, donde se debatió el futuro de la relación comercial entre Canadá y Estados Unidos en medio de las inminentes elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.
La semana pasada, en la cumbre de la OTAN, el primer ministro Justin Trudeau dijo que Canadá tiene previsto alcanzar 2% de su PIB en defensa para el 2032, pero aún no se han facilitado detalles concretos de los costes sobre cómo llegará Canadá hasta ese punto.
El compromiso llegó tras meses de críticas públicas por parte de la OTAN y los miembros de su alianza. Hasta la semana pasada, Canadá era el único miembro sin un plazo para alcanzar el objetivo del 2%.
En mayo, un grupo de 23 senadores estadounidenses bipartidistas envió una carta abierta a Trudeau en la que le imploraban que cumpliera su compromiso.
En el 2014, Canadá gastaba menos del 1% del PIB en defensa. Estados Unidos es el mayor socio comercial de Canadá, con casi 3.6 billones de dólares diarios en bienes y servicios que cruzan la frontera.
En su campaña presidencial de 2016, Donald Trump hizo campaña a favor de romper el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Más tarde, Canadá renegoció el acuerdo en el 2018, que pasó a llamarse Acuerdo Canadá-Estados Unidos-México (CUSMA).
La revisión de la política de defensa del gobierno, Nuestro Norte, fuerte y libre, estableció una hoja de ruta para gastar el 1,76% del PIB hasta el 2030. También se esbozaban posibles áreas de inversión militar, como la adquisición de nuevos vehículos capaces de desplazarse sobre hielo y nieve, la compra de defensas terrestres y misiles de largo alcance lanzados desde el aire y el mar, así como el establecimiento de un programa de producción de vehículos blindados ligeros.
La revisión tardó dos años en elaborarse, mientras que el objetivo para el 2032 se fijó tras la presión política ejercida por los aliados en la Cumbre de la OTAN.