Rodrigo Díaz M.
Se espera que millones de venezolanos acudan a las urnas mañana domingo 28 de julio, en lo que muchos consideran las elecciones de mayor trascendencia en el país desde que Nicolás Maduro llegó al poder hace más de una década.
La votación enfrenta a Maduro, que ha supervisado niveles sin precedentes de pobreza y emigración del país, contra Edmundo González Urrutia, que ha conseguido un gran número de seguidores a pesar de ser la tercera opción de la oposición después de que sus dos candidatos preferidos fueran excluidos de la carrera electoral.
Pero los expertos advierten de que el resultado de la votación puede ser impugnado. Maduro tiene la costumbre de aferrarse al poder, señalan: su gobierno ha sido acusado durante mucho tiempo de amañar votos y las elecciones del 2018 que devolvieron a Maduro al cargo fueron calificadas de ilegítimas por una alianza de 14 naciones latinoamericanas, Canadá y Estados Unidos.
Veinticinco años después de que Chávez llevara su visión socialista a los pasillos del poder en Caracas, las elecciones marcan una rara oportunidad para que los venezolanos rehagan el país, si Maduro está dispuesto a ceder el control en una derrota. Pero los analistas apuntan al historial de Maduro de presunta intromisión electoral para sugerir que es poco probable que caiga en silencio.
Hay más de 21 millones de votantes registrados en Venezuela, incluidos unos 17 millones de personas que viven actualmente en el país.
Un grupo limitado de observadores electorales, incluido un equipo del Centro Carter, una organización sin ánimo de lucro creada por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, estará sobre el terreno para supervisar la votación después de que las autoridades venezolanas revocaran en mayo una invitación a la Unión Europea para que enviara una delegación, alegando las sanciones del bloque al país.