Rodrigo Díaz M.
Las autoridades locales haitianas han ordenado un toque de queda nocturno en un intento de recuperar el control de las calles de Haití tras una explosión de violencia durante el fin de semana, que incluyó a pistoleros de bandas que invadieron las dos mayores prisiones del país y liberaron a sus reclusos.
El estado de emergencia de 72 horas comenzó el domingo por la noche, y el gobierno dijo que se pondría en marcha para encontrar a los asesinos, secuestradores y otros delincuentes violentos que, según informó, escaparon de la cárcel.
“Se ha ordenado a la policía que utilice todos los medios legales a su alcance para hacer cumplir el toque de queda y detener a todos los delincuentes”, declaró el ministro de Finanzas, Patrick Boivert, que ejerce de primer ministro de forma temporal.
El primer ministro Ariel Henry viajó al extranjero la semana pasada para intentar recabar apoyos para la llegada de una fuerza de seguridad respaldada por Naciones Unidas que ayude a estabilizar Haití en su conflicto con los cada vez más poderosos grupos delictivos.
El decreto de emergencia se promulgó después de un fin de semana mortal que marcó un nuevo mínimo en la espiral descendente de violencia de Haití. Al menos nueve personas habían muerto desde el jueves, cuatro de ellas agentes de policía, cuando las bandas intensificaron los ataques coordinados contra instituciones estatales en Puerto Príncipe, entre ellas el aeropuerto internacional del país y el estadio nacional de fútbol.
Pero el ataque a la Penitenciaría Nacional a última hora del sábado fue una gran conmoción para los haitianos, a pesar de que están acostumbrados a vivir bajo la amenaza constante de la violencia.
Casi todos los más de cuatro mil reclusos escaparon, dejando la prisión, normalmente abarrotada, inquietantemente vacía el domingo, sin guardias a la vista y con sandalias de plástico, ropa y muebles esparcidos por el patio de cemento. Tres cadáveres con heridas de bala yacían a la entrada de la prisión.
En otro barrio, los cadáveres ensangrentados de dos hombres con las manos atadas a la espalda yacían boca abajo mientras los residentes pasaban junto a las barricadas colocadas con neumáticos ardiendo.
Entre las pocas docenas que decidieron permanecer en la prisión se encuentran 18 ex soldados colombianos acusados de trabajar como mercenarios en el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse en julio del 2021. En medio de los enfrentamientos del sábado por la noche, varios de los colombianos compartieron un vídeo en el que suplicaban por sus vidas.
El ministerio de asuntos exteriores de Colombia pidió a Haití que proporcionara “protección especial” a los hombres.