“¿Qué inmigrante que haya llegado al país durante las últimas tres décadas no conoce a Alejandro Morales? Este hombre visionario, desinteresado, erudito y de corazón noble, ha sido uno de los pilares fundamentales del desarrollo comunitario de los hispanos en Canada”, dice un articulo publicado en este periódico hace ya varios años.
Por Oscar Vigil
TORONTO. Y es que efectivamente Alejandro Morales fue durante más de cuatro décadas uno de los pilares fundamentales de la comunidad de origen latinoamericana radicada en Canadá. El pasado 27 de octubre, este incansable luchador social y líder comunitario falleció en la ciudad de Toronto.
“Alejandro llegó a Canadá a principios de los años 70 y se incorporó rápidamente a las tareas de la solidaridad y al trabajo comunitario. En el campo comunitario fue manager de COSTI, donde jubiló y trabajó por más de 30 años, fue Presidente del Consejo de Desarrollo Hispano, Presidente de la Asociación de Seniors de Habla Hispana de Toronto y de Hispanic Future Care. Últimamente fue un activista de los derechos de la comunidad latinoamericana y abogaba incansablemente por los adultos mayores destacando como columnista sobre temas de la tercera edad y por más de 15 años fue co-host del programa Tarde o Temprano”, explicó la Casa Salvador Allende al anunciar su partida.
Alejandro Morales fue también durante varios años colaborador de El Centro Newspaper, periódico en el cual escribía una columna semanal sobre los temas importantes de la tercera edad, así como también de análisis de la política local, provincial y nacional, que era otro de sus tópicos favoritos.
El perfil publicado sobre él en este periódico en el año 2017 fue una especie de tributo en vida para este hombre que ayudó a miles de inmigrantes a Canadá en el área educativa, y quien definitivamente ponía siempre especial atención hacia aquellos que llegaban de los países latinoamericanos. Este es parte de dicho perfil:
“Alejandro Morales recuerda que llegó a Toronto un día de verano hace más de cuarenta años. Traía consigo las mismas ilusiones que muchos han tenido. De su matrimonio, sólo el anillo. Poseía también en el bolsillo de su chaqueta la dirección de la casa en Etobicoke que le alojaría.
Al día siguiente de su llegada, Alejandro ya estaba trabajando como jardinero municipal. Ese fue el primero de una serie de escalones de su experiencia canadiense. El último peldaño lo acogería por décadas en el sillón de Manager de un centro educativo por el que muchos pasamos para aprender inglés, el Costi de la calle College.
Quiso el destino que tuviese que acompañar a su hijo en el duelo de ser huérfano y postergó su propio dolor haciendo las tareas de la casa y dejando la cena lista antes de salir cada mañana rumbo a la calle College.
Sufrió la distancia de la comunicación pre-internet y pudo sentir cómo la injusticia avanzaba a paso militar y golpeaba su patria.
Alejandro siempre se ha nutrido de amigos con quienes reparte las rutinas de la cerveza en el pub, el cine de estreno y, en cada Navidad, el Mesías de Händell. La literatura es su gran pasión, devora libros en castellano e inglés, aunque se defiende con el italiano, el francés y es capaz de usar frases en varios otros idiomas.
El compromiso social ha sido su trabajo permanente. Fue Presidente del Consejo de Desarrollo Hispano y socio fundador de varias organizaciones dedicadas a la promoción de la comunidad latino-hispana. Por estas tareas y muchas otras que se han sumado a su hoja de vida fue reconocido en Queens Park con una distinción otorgada a los ciudadanos de Ontario.
Cuando empezó a ver el horizonte del retiro, discutía con un colega a quién pasarle la antorcha de la responsabilidad en el trabajo social, quizás pensando que era posible dejar en un costado la sensibilidad ante la inequidad. Será que no han aparecido aun esas nuevas caras a quien pasarles la dedicación puntillosa por la justicia o quizás porque este tren no tiene estaciones intermedias”.