Rodrigo Díaz M.
El ex empresario conservador Christopher Luxon será el próximo primer ministro de Nueva Zelanda tras obtener una decisiva victoria electoral el sábado pasado.
El pueblo votó por el cambio tras seis años de un gobierno liberal dirigido durante la mayor parte de ese tiempo por Jacinda Ardern.
Luxon llegó a un acto en Auckland entre aplausos. Le acompañaban en el escenario su esposa, Amanda, y sus hijos, William y Olivia. Dijo que se sentía honrado por la victoria y que estaba impaciente por incorporarse a su nuevo trabajo. Dio las gracias a los ciudadanos de todo el país.
“Han buscado la esperanza y han votado por el cambio”, dijo.
Sus partidarios corearon su lema de campaña, que prometía poner al país “de nuevo en marcha”.
El primer ministro saliente, Chris Hipkins, que sólo estuvo nueve meses en el cargo tras relevar a Ardern en enero, dijo a sus partidarios a última hora del sábado que había llamado a Luxon para reconocer su derrota.
Ardern abandonó inesperadamente el cargo de primera ministra en enero, alegando que ya no tenía “fuerzas suficientes” para hacer justicia a su trabajo. Ganó las últimas elecciones por un amplio margen, pero su popularidad fue decayendo a medida que la gente se cansaba de las restricciones y la inflación amenazaba la economía.
Su marcha dejó a Hipkins, de 45 años, al frente del partido. Anteriormente había sido ministro de educación y dirigido la respuesta a la pandemia del COVID-19.
Luxon ha prometido recortes fiscales para las rentas y mano dura contra la delincuencia. Hipkins había prometido asistencia dental gratuita para los menores de 30 años y la supresión de los impuestos sobre la venta de frutas y verduras.
También está en juego la relación del gobierno con los indígenas maoríes. Luxon ha prometido suprimir la Autoridad Sanitaria Maorí, que, según él, crea dos sistemas sanitarios distintos. Hipkins dice estar orgulloso de esos esfuerzos de co-gobernanza y ha acusado a Luxon de consentir el racismo.