Para autopromocionarnos en nuestro trabajo, los negocios o las relaciones y ganarnos la confianza e interés de otras personas, podemos aplicar técnicas de marketing y ventas según la experta Mónica Mendoza que explica cómo vendernos con éxito.
DESTACADOS.
— “Venderse a uno mismo es una habilidad que se aprende y se practica. Con una buena formación y herramientas adecuadas se gana autoconfianza y se pierde, o bien se minimiza, la limitación mental de sentirse incapaz de hacerlo”, señala a Efe la psicóloga Mónica Mendoza, consultora especializada en marketing y ventas.
— “Lo que creemos sobre nosotros lo proyectamos en los demás con nuestros comportamientos. Saberse vender bien no consiste en ir alardeando de nuestros méritos, sino en comunicar a los demás el valor que estamos aportando” señala Mendoza, autora del libro “Lo que NO te cuentan en los libros de ventas: 20 verdades que necesitas saber urgentemente para vender más”.
— “Vender es convertir un esfuerzo en pasión, reto y superación; es contagiar lo mismo a quienes te rodean; es levantarte cada día como si fuera el último y, para saber venderte, se te tiene que notar que te crees lo que dices, ya que lo que en realidad convence, es nuestro convencimiento”, enfatiza esta psicóloga.
¿Quiere salir airoso de una entrevista laboral, lograr que le aprueben un proyecto, conseguir un ascenso o aumento de sueldo, o ser más valorado por sus compañeros de trabajo y jefes?.
¿Le gustaría conseguir financiación para un producto o servicio que quiere desarrollar como emprendedor, poner en marcha un equipo de trabajo eficaz y armónico, causar una buena impresión ante un desconocido o ampliar su red de contactos profesionales?.
Las anteriores son situaciones en las que necesitamos “vendernos a nosotros mismos”, convenciendo a otra gente o despertando su confianza e interés, en nuestra valía, capacidades, motivación, sinceridad, sentimientos, compromiso y otros rasgos positivos de nuestra persona.
También necesitamos “vendernos” bien en nuestras relaciones sociales y personales, por ejemplo si queremos llamar la atención de alguien que nos atrae, ganarnos la amistad de una persona, mantener un diálogo franco con nuestros hijos o recuperar la relación deteriorada con nuestra pareja.
Sin embargo, algunas personas afirman no servir para mostrar lo positivo que tienen y tampoco saben cómo superar esa limitación mental, cerrándose la puerta a muchas oportunidades.
“Venderse a uno mismo es una habilidad que se aprende y se practica como cualquier otra. Con una buena formación y herramientas adecuadas se gana autoconfianza en dicho proceso y se pierde, o bien se minimiza, la limitación mental o creencia limitante de sentirse incapaz de hacerlo”, señala a Efe la psicóloga Mónica Mendoza (www.monicamendoza.com), consultora especializada en marketing y ventas.
Para promocionarnos en el trabajo, los negocios y las relaciones podemos sacar partido de los trucos de los buenos vendedores, según Mendoza, autora “Lo que NO te cuentan en los libros de ventas: 20 verdades que necesitas saber urgentemente para vender más”.
Mendoza pone un ejemplo: “si he estudiado Derecho y pienso que nunca llegaré a ser juez, ya no me formaré, ni estudiaré, porque interiormente pensaré ¿para qué? ¡si no lo voy a conseguir! Nadie dice que sea fácil, pero si estudio 8 horas al día durante 10 años tengo muchas posibilidades de ser juez”.
“Excepto las limitaciones físicas que, por ejemplo, impiden que yo pueda ser azafata de vuelo porque no llego a la altura mínima exigida, el resto son limitaciones mentales en la gran mayoría de casos”, señala esta experta, que enumera a Efe algunos de los trucos clave que utilizan los buenos vendedores y aconseja cómo aplicarlos cuando el objeto de la venta somos nosotros mismos.
GENERAR CONFIANZA.
“Para vendernos a nosotros mismos en los negocios, en una entrevista laboral o en las relaciones sociales, los demás tienen que vernos como una persona confiable, y ese sí que es un don de algunas personas, las cuales son capaces de generar confianza en muy pocos segundos”, señala.
“Si no es nuestro caso, tenemos que esforzarnos por ser alguien que transmita coherencia con sus valores y también honestidad, ya que suelen generar rechazo aquellos individuos que, por su manera de hablar y por su físico, parece que nos están distorsionando la realidad o gran parte de ella”, añade.
CREER QUE SE PUEDE VENDER.
“Lo que creemos de manera consciente e inconsciente sobre nosotros lo proyectamos en los demás con nuestros comportamientos. Saberse vender bien no consiste en ir alardeando de nuestros méritos, sino de comunicar a los demás el valor que estamos aportando, ya que lo que no se percibe no se valora”, señala Mendoza.
Para esta psicóloga “es muy importante dedicar un tiempo a trabajar de manera eficiente y otro tiempo a comunicar ante los demás lo que se ha realizado. Nosotros somos los responsables de poner en valor nuestro trabajo”.
Por otra parte, “si no creemos que podemos vendernos no lo haremos bien, pues en una situación en la que podríamos destacar de manera positiva para autopromocionarnos, nuestros actos, frases y movimientos serían más inseguros”, asegura.
LA IMPORTANCIA DE LO TRANSMITIDO.
“Hablamos una media de 150-160 palabras por minuto y, como lo que decimos de nosotros mismos suele ser bueno, sobre todo a la hora de mostrarnos a los demás, ellos no creerán tanto en lo que expresamos mediante palabras, sino en lo que transmite nuestra mirada, gesticulación, y tono de voz”, señala Mónica Mendoza.
Para explicarlo pone el siguiente ejemplo: “si con un tono de voz muy triste decimos: “estoy contenta”, lo que el cerebro de nuestro interlocutor interpreta como real es lo que transmitimos con el tono de voz y la mirada, y no lo que decimos”.
Por eso esta psicóloga aconseja que, a la hora de vendernos, procuremos “transmitir autoconfianza y sensación de competencia, de que somos diligentes en las tareas que nos encomiendan”.
LA FORMA DE MIRAR.
Según Mendoza está demostrado que si a alguien no le gusta la mirada de un vendedor, no se produce entre ambos la conexión psicológica y emocional necesarias para que haya ningún tipo de persuasión ni de venta.
“Existen miradas profundas, miradas en las cuales no nos sentimos mirados, miradas superficiales; hay miradas abiertas, otras más cerradas, miradas honestas y algunas que parecen que esconden algo; existen también miradas humildes, miradas prepotentes y miradas vivas…”, describe la experta.
¿QUÉ HACEMOS SENTIR?.
Las personas no recuerdan con tanta precisión la información racional volcada en bruto, es decir, las palabras que usamos para definir nuestro mensaje, pero en cambio retienen mejor lo que les hicimos sentir cuando interaccionamos con ellos, al igual que nosotros recordamos mejor lo que sentíamos al dirigirnos a esas personas”, enfatiza Mendoza.
Por eso aconseja reflexionar sobre: ¿qué le hizo sentir a su jefe la última vez que se reunieron? ¿y qué sentía usted cuando hablaban?.
“Para saber vendernos se nos tiene que notar que nos creemos lo que decimos, ya que lo que en realidad convence, es nuestro propio convencimiento”, destaca.
“Vender es convertir un esfuerzo en pasión, reto y superación; es contagiar lo mismo a quienes te rodean; es levantarte cada día como si fuera el último, solo que sabes que no lo es y que, si te levantas, sin duda, venderás”…, concluye Mendoza.
María Jesús Ribas.
EFE/REPORTAJES
María Jesús Ribas