Rodrigo Díaz M.
Hace una década que se prohibieron las parafinas cloradas en Canadá, pero los científicos que han participado en un estudio publicado recientemente por la Universidad de Toronto afirman haber encontrado estas sustancias químicas en la gran mayoría de los productos que analizaron.
Las parafinas cloradas se utilizan en plásticos como aditivos para ablandar los materiales y facilitar su transporte. Los autores del estudio afirman que aún queda mucho por aprender sobre estas sustancias químicas, pero que la preocupación ha estado latente durante algún tiempo.
“En general, se consideran posibles carcinógenos. No se han realizado muchos estudios en humanos, o no han sido concluyentes, pero sí en ratas que demuestran que son cancerígenos y posiblemente tóxicos para el desarrollo neurológico”, declaró el Dr. Steven Kutarna, de la Universidad de Toronto.
“Es lo bastante similar a compuestos que sabemos que son tóxicos como para preocuparnos”.
Kutarna explicó que el equipo compró 96 artículos cotidianos de bajo coste, incluidos juguetes y cables electrónicos, para comprobar la presencia de parafinas cloradas. Él y el equipo cortaron trozos de plástico para disolverlos en una solución antes de analizarlos en instrumentos altamente especializados.
“Nos sorprendió la cantidad de productos en los que las encontramos. Pensábamos que estarían en unos pocos, pero están en muchos más de los que esperábamos”, explicó.
“Encontramos estos compuestos en el 84% de los productos que analizamos. Habría que hacer más estudios para analizar otros productos y ver en qué más están, pero estaría dispuesto a decir que están en muchísimas más cosas de las que sospechamos actualmente”.
Dado que estas sustancias químicas “suelen considerarse tóxicas”, Kutarna afirmó que su presencia en juguetes infantiles era “preocupante y sorprendente” para el equipo de la Universidad de Toronto.
La toxicidad no está muy bien estudiada, pero el principal peligro es que los niños se traguen partes de los juguetes. Si los mastican e ingieren componentes, puede suponer un peligro considerable.
También se examinaron artículos de higiene personal como champú y se hallaron trazas de contaminación, que se cree que se transfirieron de las botellas.
El equipo no dio a conocer la lista concreta de artículos analizados, pero Kutarna añadió que las concentraciones más altas que podrían suscitar más preocupación se encontraban en sólo el 10% de los productos.
A la vista de los resultados, Kutarna resaltó que es necesario tomar dos medidas.
“Una de ellas es el desarrollo de métodos que faciliten las pruebas de detección”, dijo, señalando que estas sustancias químicas son “muy difíciles de analizar desde el punto de vista técnico”.
“Incluso en los últimos años ha habido una mayor disponibilidad de estándares químicos con los que analizarlas, por lo que los métodos mejoran continuamente. Nuestro estudio sólo fue posible gracias a este instrumento tan caro que tenemos, por lo que es algo con lo que los laboratorios gubernamentales podrían tener dificultades”.
Kutarna también dijo que los funcionarios federales deben intensificar y llevar a cabo “la aplicación de los reglamentos que ya tenemos en vigor”.
También pidió que se estudien más a fondo estas sustancias químicas.
“Las parafinas cloradas están mucho más extendidas de lo que suponíamos”, afirmó Katarna. “Todavía hay que investigar mucho más en qué tipo de productos se encuentran y cuál es la fuente específica de estos compuestos, porque podrían estar entrando mucho más lejos o mucho antes en el flujo de fabricación de lo que actualmente controlamos”.