A veces los culpables del deterioro de la pareja somos nosotros mismos, al agobiar y controlar al otro por miedo a perderlo, según el orientador Albert Espinola, que propone el “ejercicio del anillo” para hacernos conscientes del aferramiento en las relaciones, y ofrece claves para mejorarlas.
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— “Sentimos celos, rabia, soledad y muchas sensaciones que nuestra pareja no está provocando, sino nosotros mismos, sumergidos en un aferramiento hacia la otra persona”, explica Albert Espinola, orientador emocional en Costa Rica.
— “El límite entre el amor sano y el apego o aferramiento, es la creación de vínculos obsesivos hacia la persona que tenemos al lado. Cuando se dice ‘mi vida sin ti no tiene sentido’ es que algo no va bien, porque se pasa de amar a poseer”, explica a Efe, Espinola, escritor y autor del blog AEF.
— Para evitar anclarse al otro es aconsejable “desarrollar periodos de distancia o ‘ayunos’ y aprender a vivir sin un control enfermizo por todo, aunque la mejor vacuna contra el aferramiento es vivir con amor propio, dándose cuenta de que nada malo puede pasar y de que la soledad no es mala”, señala Espinola.
¿Por qué nuestra pareja deja de amarnos? Para Albert Espinola, orientador emocional en Costa Rica, a menudo esto sucede debido a que “nos volvemos esclavos de la pareja porque no queremos perderla, queremos saber todo de ella en cualquier momento y, si no es así, sentimos que sufrimos y estamos perdiendo algo”.
“Sentimos celos, rabia, soledad y muchas sensaciones que nuestra pareja no está provocando sino nosotros mismos, sumergidos en este aferramiento en el que vivimos”, explica Espinola, escritor y autor del blog AEF (http://albertespinola.com/), a través del cual también proporciona ayuda emocional “online”.
Para Espinola “el ser humano tiende a querer tener todo agarrado con fuerza, controlado y cree que así lo tiene más asegurado en su corazón, pero al aferrarnos alejamos lo querido, nos agobiamos y creamos malestar a nuestras personas amadas converténdonos en “pulpos” más difíciles de aguantar”.
“El límite entre el amor y el apego o aferramiento, reside en el desarrollo y la creación de vínculos obsesivos hacia la persona que tenemos al lado. Cuando se dice ‘mi vida sin ti no tiene sentido’ es que algo no va, o no irá bien en la relación. Es un síntoma que indica que se pasa de amar a poseer”, explica Espinola a Efe.
Para este orientador en algunos casos “puede existir incluso vicio o adicción y la persona que desarrolla el apego siente, firmemente, la necesidad de tener contacto permanente con la otra persona en cualquier momento, sea por autorrealización, por seguridad o por obtener un placer que desarrolla una felicidad falsa y, tal vez, enfermiza”.
Para que una relación funcione desde el principio, este experto recomienda básicamente “aprender a vivir la vida y las cosas de pareja sin necesitar de ellas, sin creer que esas personas son nuestras, ya que nuestr@ compañer@ no es propiedad nuestra, sino alguien con quien vivimos un viaje de vida”.
EN BUSCA SOLO DEL AMOR.
Para evitar aferrarse al otro, es aconsejable “desarrollar periodos de distancia o ‘ayunos’, y aprender a vivir sin en ese control enfermizo por todo, aunque la mejor vacuna contra el aferramiento sería vivir sin miedo a morir, vivir sin necesidades innecesarias, vivir con amor propio, dándose cuenta de que nada malo puede pasar y que la soledad no es mala”, señala.
Lo que no es bueno, de acuerdo a este escritor, “es no conocerse a uno mismo y temer el hecho de quedarse solo, porque si te amas a ti mismo, no temes a perder nada ni a nadie; siempre te tienes a ti y esto es, casi, lo más importante”.
Si detectamos que estamos perdiendo a nuestra pareja por haberla amarrado demasiado , Espinola recomienda “ponernos a nosotros mismos en cuarentena personal, no tanto ir a una terapia, sino crearnos nuestra propia terapia”.
“Hay que darse cuenta del problema y buscar el camino de la ética y la razón, la senda de la coherencia y la humanidad, el camino de la estima propia y la recuperación de nuestra dignidad”, destaca.
Para Espinola el problema del aferramiento “no reside en el exterior, sino en nosotros, y en nuestra forma de ver el mundo y la vida, ya que pensamos que todo lo que tenemos apresado se tiene controlado, seguro y en posesión”.
“Entonces, para recuperar ese amor o a esa persona que decimos y creemos amar, lo primero que deberíamos hacer es amarnos a nosotros mismos para comprender qué es el amor y entender en su verdadera dimensión lo que significa realmente amar”, según este profesional.
“¡Deberíamos empezar por casa antes de salir fuera a buscar lo que adentro no hemos encontrado!”, enfatiza.
Si nuestra pareja está en riesgo por nuestro aferramiento, “la recuperaremos el día que seamos felices con nosotros mismos, porque de este modo amaremos la felicidad de nuestro compañero de viaje de vida y amaremos, tanto su felicidad como la nuestra”, señala a Efe, Espinola, autor del ‘e-book’ “El inicio”.
UN EJERCICIO DE CONCIENCIA: “EL ANILLO” .
“Soltar el apego está en nuestras propias manos”, según Albert Espinola, refiriéndose a un sencillo ejercicio para tomar consciencia de lo que representa el aferramiento en la pareja y sus efectos, que también sirve de inspiración para remediarlo.
“Tome un anillo y póngalo en el centro de su mano. Simboliza a su ser amado, al cual usted sujeta firmemente y no quiere perder. Lo natural es sentir ganas de cerrar el puño y mantenerlo apretado y bien sujeto para sentir que es nuestro. Haga la prueba”, sugiere.
Según este ‘coach’, este es “el modelo en el que vivimos cuando queremos tenerlo bien sujeto y, si durante las próximas 24 horas intentamos apretar este objeto para no perderlo, con el tiempo nos daremos cuenta de que nuestra mano no aguanta. Nos estamos haciendo daño.”
Si el anillo fuera un chocolate, acabaría totalmente deshecho y aplastado, y si fuera un ser vivo, probablemente se sentiría prensado, agobiado y dolorido, de acuerdo a este experto.
“Es mejor voltear la mano con la palma mirando al cielo y abrir el puño cerrado con los dedos bien estirados. Así, el anillo sigue permaneciendo en el centro de nuestra palma y uno siente alivio porque ha dejado de apretar”, prosigue Espinola.
De acuerdo a este asesor emocional, trasladado a la pareja, esto simboliza que nuestro ser amado sigue con nosotros y no lo hemos perdido, sino que está acariciando aún nuestra piel y sigue junto a nosotros por amor.
“Con este ejercicio y modelo de vida y de pensar, los dos miembros de la pareja ganan y pueden empezar una nueva vida sin aferramiento, y con más felicidad”, concluye Espinola, quien aconseja recordar que “¡Querer es poseer y sufrir. Amar es soltar y ser libre!”.
María Jesús Ribas.
EFE/REPORTAJES