Sin duda, es una época llena de regocijo y muy especial para todos: abuelos, padres, hijos, nietos, familiares y amigos.
Por Alejandro Morales
Durante estas fechas de fin de año se vive un gran calor humano y momentos de mucho entendimiento. Sin embargo, no siempre es así: a veces se tergiversa el verdadero significado de la Navidad, con el consumismo y acciones discriminatorias en las que se excluye a las personas adultas mayores de las actividades familiares. Nada más lejos de la realidad, puesto que, si tenemos la fortuna de contar con nuestros adultos mayores, debemos tener en consideración que ellas y ellos son las personas que a lo largo de su vida han sido partícipes de la construcción de la sociedad que hoy en día disfrutamos.
La Navidad de las personas mayores no es siempre como se esperaría que fuera. Algunas no se reúnen con sus familiares porque no mantienen contacto con ellos, otras no tienen familiares y las hay que sienten como familiares a quienes atienden los centros donde acuden cada día. Para todas, hay una propuesta en Navidad; para que no estén solas, para que no se sientan solas. Lo importante es tener la sabiduría para discernir en esta Navidad cómo integrar a nuestros seres queridos que hoy son adultos mayores en las diferentes actividades familiares y sociales que podamos organizar.
Todos estamos de acuerdo en que la Navidad es la fecha más especial del calendario, fecha de unión, de compartir, de amistad, en donde se dan regalos, buenos deseos, se comparten cenas y abrazos. Todos van celebrando la Navidad desde mucho antes del día 25 de diciembre en que se celebra el nacimiento de Jesús.
En las oficinas, colegios, universidades, se realizan intercambio de regalos y fiestas del lugar en donde uno trabaja en donde se sortean lindos premios. Y para los niños se realizan chocolatadas en donde se reparte el panetón, chocolate en taza y se les da a todos los niños un regalo.
Pero, cuando se vive en una ciudad como Toronto, tal vez una de las más multiculturales del mundo y que cuenta con una enorme diversidad, no podemos apabullar a nuestros colegas, amigos y vecinos con los eventos propios de nuestra religión o cultura. Algunos de ellos al ser invitados participan en algunas actividades siempre que sientan que sus propias creencias están siendo respetadas y nos dan una muestra de tolerancia. Por tal razón, en muchos centros laborales o instituciones educativas se baja el perfil navideño como señal de respeto a los demás, lo que no significa eliminar el ambiente festivo, especialmente cuando se avecina el nuevo año.
La colaboración para participar en alguna fiesta dirigida a los adultos mayores, como ir a un asilo de ancianos es algo generoso para que estos ancianos disfruten un momento festivo y puedan compartir un chocolate, un panetón, cantar villancicos y repartir pequeños regalos.
Por experiencia, hemos participado en muchas fiestas con ellos y es digno de ver lo felices que se ponen y disfrutan de estas fiestas, con sus limitaciones físicas, por la dificultad en el movimiento, o por el dolor crónico que muchos tienen.
Cuando preguntamos a la gente qué es lo que valora más de la Navidad, siempre responde que el hecho de estar juntos. La Navidad sigue siendo la fiesta anual de la familia por excelencia, porque reúne a varias generaciones cuyos dos polos principales son los nietos y los abuelos. De hecho, cuando estos últimos pueden, son ellos los que reciben a la familia. Para muchos adultos mayores, Navidad y Año Nuevo son los únicos días del año en que pueden sentirse parte de una familia, compartir sus sentimientos y emociones con aquellos seres a quienes dedicaron la mayor parte de su vida. Es responsabilidad de todos evitar que la soledad, el miedo y la depresión lesionen a nuestros mayores por el resto del año.
Muchas veces las personas suelen ser apartadas por la sociedad y la familia al llegar a la vejez, “siguen existiendo mitos e imaginarios en nuestra cultura que hacen que consideremos esta etapa como sinónimo de enfermedad, discapacidad, soledad, amargura y aislamiento”. Si la sociedad no cambia esta imagen, es muy difícil que las personas adultas mayores encuentren un espacio para participar social y familiarmente.
Contrario a lo que la sociedad misma pueda pensar, la vejez es una etapa que trae consigo diversas oportunidades para mantenerse activo y participativo. Se ha comprobado que los más grandes beneficios para la salud física y mental de las personas mayores son las relaciones sociales.
Sea pues, esta “NAVIDAD”, para festejar en familia con nuestros adultos mayores disfrutando juntos, pero respetando al mismo tiempo la riqueza de nuestra diversidad y nuestras variadas amistades.