Amor, resurrección, confianza, solidaridad, aceptación… Son valores y conceptos muy presentes en esta festividad y que sirven de fuente de inspiración para renovar nuestro mundo psicológico y emocional.
DESTACADOS.
— El amor y la bondad están siempre presentes en todas partes. Hemos de permitir que lleguen a nosotros y expandirlos, según el experto en meditación Jon Kabat-Zinn, del Centro para el Mindfulness de la Universidad de Massachussets (EE.UU.).
— La solidaridad nos hace más felices. Aunque a nivel individual pensemos que hacemos poco, estamos ayudando al bienestar de las personas y eso es algo que acaba construyendo una sociedad más solidaria y más feliz, según el neuropsicólogo Josep María Serra Grabulosa, de la Universidad de Barcelona (España).
— Para el psicoterapeuta José María Doria, “algo tan inabarcable, misterioso y lleno de grandeza, como el universo, y los cerebros de seres tan brillantes como Mozart, Einstein o Leonardo Da Vinci, invitan a confiar en la naturaleza e intención positivas de esta aventura de la conciencia que es la vida”.
A lo largo de la “semana mayor” del cristianismo, y muy especialmente en el denominado “Triduo Pascual” que comprende los tres días en que se celebran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, se desarrollan actos litúrgicos y se comparten mensajes religiosos cargados de significado.
Más allá de su contexto religioso, estos rituales, tradiciones y plegarias, hacen referencia a grande valores, virtudes e ideas universales de la Humanidad que están presentes en las grandes corrientes filosóficas, morales y espirituales, y sirven de guía para llevar una vida más plena, positiva y feliz.
Son auténticos recordatorios y despertadores, que nos ayudan a tomar consciencia y a tener más presentes una serie de claves que dan sentido a nuestra vida y nos ayudan a vivirla mejor, válidas para los cristianos y para todas aquellas personas deseosas del bien para ellas mismas, el mundo y los demás.
Hemos elegido algunos conceptos y valores reflejados en distintos episodios y enseñanzas de la vida de Jesús y en algunos rituales litúrgicos como punto de partida, para elaborar una serie de reflexiones que pueden servir de inspiración para “alegrar y llenar” nuestra existencia.
Estas reflexiones o lecciones vitales que nos ofrece la Semana Santa, las han elaborado prestigioso psicólogos y expertos en autoayuda, y pueden aprovecharse como un ejercicio de desarrollo personal o o para compartirlas con la familia, pareja, hijos o amistades.
Amor: cómo recibirlo e irradiarlo a los demás.
Durante la Última Cena, aquella reunión y despedida dramática, Cristo celebra la nueva Alianza con sus Apóstoles a quienes les entrega el mandamiento mayor de los cristianos: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Para ser un foco de amor y de bondad, hacia nosotros mismos y los demás, el experto en meditación Jon Kabat-Zinn aconseja invitar mentalmente “a que sentimientos o imágenes de bondad o de amor llenen todo nuestro ser, disfrutando de su energía, inspirándola y espirándola, como si fuera un canal de nutrición que está haciendo llegar el alimento que necesitamos”.
“Desde este foco que energiza nuestro interior, desde nuestro corazón, podemos permitir que la bondad amorosa irradie también hacia el exterior y dirigirla hacia nuestros seres queridos, familiares, a cualquier persona o grupo de seres, y al planeta”, explica el director del Centro para el Mindfulness, de la Universidad de Massachussets (EE.UU.).
Según el experto, cuando sentimos amor hacia un árbol, una flor, un perro, un lugar, una persona o hacia nosotros mismos, podemos encontrar a todas las personas y lugares, a todo el sufrimiento y toda la armonía en ese preciso instante. “El amor y la bondad están siempre presentes en todas partes, y hemos de permitir que lleguen a nosotros y expandirlos”, de acuerdo a Kabat-Zinn.
Aceptación: la fuerza de afrontar lo que llega.
También durante la Última Cena, las Escrituras indican que Pedro, Santiago y Juan escuchan el estribillo de esta oración del Señor: “No se haga mi voluntad” (la humana de no morir), sino la tuya”(la de Dios, que es verdad y amor) en un acto de obediencia, de conformación”.
“La aceptación de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, consiste en desarrollar una manera de pensar empírica y lógica, que puede conducir a un cambio real en nuestra existencia y desarrollar nuestra la tolerancia a la frustración y también la capacidad de sobreponernos a las adversidades”, según la psicóloga Leonor Lega.
Para la experta del Saint Peter’s College, en New Jersey (EE.UU.) “quien acepta lo que llega y se autoacepta, tiene pensamientos de este tipo: “preferiría obtener lo que quiero, cumplir mis metas, pero acepto que soy yo quien tiene que esforzarse… y que, si a pesar de intentarlo, no lo logro, puedo disfrutar mi vida””.
Solidaridad: camino a la felicidad compartida.
El Viernes Santo, los cristianos rezan por Cristo Crucificado, acompañando a Jesús que sube al Calvario y participando en sus sufrimientos con el luto, la penitencia y el ayuno, como una expresión de solidaridad con alguien a quien quieren.
“La solidaridad nos hace más felices, desde el altruismo. Aunque uno a nivel individual piense que está haciendo poco, está contribuyendo al bienestar de las personas y eso es algo que se distribuye y acaba construyendo una sociedad más solidaria y, por tanto, más feliz”, según el neuropsicólogo Josep María Serra Grabulosa, de la Universidad de Barcelona (España).
“Para ser optimista en medio de la crisis, hemos de ser solidarios e imitar las actitudes positivas que vemos en otros frente a la adversidad”, ha explicado este experto en Psiquiatría y Psicobiología, en la presentación del Informe ‘La felicidad y la percepción de la salud’, del Instituto Coca Cola de la Felicidad.
Renacimiento: sufrir para cambiar y mejorar.
En la noche del Sábado Santo, se celebra la solemne Vigilia Pascual, en la que se anuncia la resurrección de Cristo, su victoria definitiva sobre la muerte, quien llama a los cristianos a “ser en Él” hombres nuevos.
“A lo largo de nuestra vida, atravesamos distintos ciclos y etapas adversas, que pueden compararse con sucesivos partos: ya que producen dolor en el momento, pero dan origen a una nueva vida. Los que nacemos, o más exactamente volvemos a nacer, somos nosotros mismos, al emerger más maduros y sabios de cada crisis”, según opina la experta en crecimiento personal, Carmen Retuerce.
Para esta especialista del Centro HARA, en Madrid (España) “la metáfora del renacimiento puede aplicarse a nuestro día a día, ya que en cada jornada, desde que nos despertamos (nacemos) hasta que nos dormimos (morimos), vivimos una pequeña vida con experiencias de distintos signo e intensidad. Al día siguiente, tras el descanso nocturno, renacemos: se abre un nuevo espacio en blanco pleno de posibilidades y sorpresas”.
Confianza: el universo es nuestro aliado.
El Sábado Santo, junto a la tumba de su Hijo, vela María, la Madre, con dolor pero callada. En medio de la decepción de muchos destaca en ella la confianza inquebrantable y la fuerza de saber esperar, alimentadas por el amor incondicional.
“No sabemos lo que es: universo, cosmos, inteligencia primordial, conciencia infinita, Naturaleza, lo que algunos llaman Dios. El impulso evolutivo o motor que mueve astros, átomos, la vida y todo lo que existe. Algo tan inabarcable, misterioso y lleno de grandeza, no puede estar concebido para el dolor o el fracaso”, señala el psicoterapeuta y escritor José María Doria.
Para el director de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT), “los cerebros de seres tan brillantes como Mozart, Einstein o Leonardo Da Vinci, que han plasmado tanta lucidez en su obras estéticas o científicas, no pueden deberse al azar. Todo ello invita a confiar en la naturaleza e intención positivas de esta aventura de la conciencia que es la vida”.
Así pues, varias son las lecciones vitales que nos ofrece, año tras año, la Semana Santa. Vale la pena intentar aprender de ellas.
María Jesús Ribas.
E F E – REPORTAJES