Rodrigo Díaz M.
Con la esperanza de encontrar más supervivientes, los equipos de rescate de Turquía y Siria siguen buscando hoy por señales de vida entre los escombros de miles de edificios derrumbados por el terremoto más mortífero del mundo en más de una década. La cifra confirmada de muertos hoy ya ha superado los 11 mil.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, visitó la provincia de Hatay, especialmente afectada, donde murieron más de 3.300 personas y vecindarios enteros quedaron destruidos. Los residentes de la zona han criticado la respuesta del gobierno, afirmando que los equipos de rescate tardaron en llegar.
Erdogan, que se enfrenta a una dura batalla por la reelección en mayo, reconoció “deficiencias” en la respuesta al terremoto de magnitud 7,8 del lunes, pero dijo que el clima invernal había sido un factor. El sismo destruyó la pista de aterrizaje del aeropuerto de Hatay, perturbando aún más las labores de rescate.
“No es posible estar preparado para una catástrofe así”, declaró Erdogan. “No dejaremos a ninguno de nuestros ciudadanos desatendido”. También devolvió el golpe a los críticos, diciendo que “gente deshonrosa” estaba difundiendo “mentiras y calumnias” sobre la respuesta del gobierno.
Equipos de búsqueda de más de dos docenas de países se han unido a decenas de miles de efectivos locales de emergencia en Siria y Turquía. Pero la magnitud de la destrucción causada por el terremoto y sus potentes réplicas es tan inmensa y se extiende por una zona tan extensa, incluida una región aislada por la actual guerra civil en Siria, que muchas personas siguen esperando ayuda.
Los expertos señalaron que el plazo de supervivencia para las personas atrapadas bajo los escombros o que no pueden cubrir sus necesidades básicas se está cerrando rápidamente. Al mismo tiempo, dijeron que era demasiado pronto para abandonar la esperanza de más rescates.