Por Raúl A. Pinto
Uno de los movimiento mas valientes que un cineasta puede hacer es tomar una historia de una leyenda e intentar rehacerla. Desde el remake de “Psycho” por Gus Van Sant, o el de “Insólito Destino” que Guy Ritchie hizo sobre el clásico de Lina Wertmüller (De quien se dice salió del cine tras ver el remake diciendo “¿! Qué le han hecho a mi película!?”), estos no siempre han sido un acierto, y todos saltamos de nuestros asientos para preguntarnos si lo que vimos fue necesario de ver o hacer. Y bueno, si tenemos que hacernos esta pregunta es porque posiblemente la respuesta es “no”.
Esto, hasta que una cinta perfecta aparece. Por ejemplo, “Vivir”, de Oliver Hermanus, un remake de “Ikiru”, de don Akira Kurosawa, que a su vez toma inspiración de la novela corta “La Muerte de Ivan Llych”, de Leon Tolstoi. La nueva adaptación hace un maravilloso traslado desde el Japón de la posguerra de la película del 1952 a la Inglaterra de la posguerra, donde el señor Williams lleva años trabajando en una oficina municipal. Sazonado con un par de chistes de empleados públicos que nos recuerdan levemente “La muerte de un burócrata”, Williams se ha convertido en un oficinista tan eficiente para sacar un trabajo adelante como imperturbable si no puede/quiere hacerlo. El anuncio de un cáncer terminal no parece alterarlo mucho, especialmente en su exterior, pero al oír una conversación de su hijo con su nuera, donde queda de manifiesto que ella no lo aprecia demasiado, pero sí aprecia su posible herencia, decide salir de casa y vivir un poco la vida bohemia, mientras piensa que hacer después.
El seguimiento de Williams por las calles londinenses, y sus interacciones con distintas personalidades en bares y clubes, parecen sentarle bien a un hombre que no sabe para donde ir, pero que si sabe donde no quiere volver: su rutina laboral y familiar. Es entonces cuando la Srta. Harris , una empleada joven a la que conoció brevemente, se encuentra en su vida. Ambos salen a varias citas (cine, compras, restaurant), comenzando una amistad platónica donde él no habla de su enfermedad, y ella no habla del supuesto éxito que debía lograr en otro trabajo.
Billy Nighy hace despliega, como siempre, su talento de semidios de la actuación, y si llega a ganar el Oscar – aunque no es el favorito para llevárselo, parecido a Olivia Colman el 2018- nadie presentara queja alguna.
Con un guión escrito por el mismísimo Premio Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro, autor de la inolvidable novela “Lo que queda del día”, “Living” se mueve entre los tres actos tradicionales casi que a la Tarantino, quebrando escenas del futuro y del presente en su coda, logrando dar realce a la última patita de la vida de Williams de forma sublime, con unos últimos minutos magistralmente agridulces. Estreno en salas el 20 de enero.