Rodrigo Díaz M.
Los canadienses apoyan la donación de órganos tras la muerte, pero cada vez son menos los que se inscriben, lo que hace que cientos de personas mueran cada año en listas de espera.
Para combatir esta tendencia, el gobierno federal aprobó en el 2021 el proyecto de ley C-210, que permite a las provincias y territorios añadir la opción de inscribirse en la donación de órganos al presentar la declaración de impuestos.
Ontario y Nunavut optaron recientemente por la legislación.
En Canadá pueden donarse tras la muerte órganos específicos, como el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, el páncreas, el intestino delgado y el estómago, tanto para investigación como para personas que necesiten un trasplante.
El Instituto Canadiense de Información de Salud informó que los trasplantes de órganos disminuyeron un 14% entre 2019 y 2020, con la mayor disminución en páncreas y pulmones. Aquellos que necesitaban trasplantes de hígado tenían la tasa de mortalidad más alta en la lista de espera, a partir de diciembre del 2020.
Al permitir que el gobierno agregue información sobre la donación de órganos y la inscripción en las declaraciones de impuestos, más personas estarán expuestas a la necesidad de donaciones.
Pero las cifras podrían sorprender a algunos.
Según una encuesta de Research Co., el 84% de los canadienses apoya la donación de órganos y tejidos tras la muerte, pero sólo el 68% afirma que se haría donante.
Según los Servicios Canadienses de Sangre, cada año 4.100 canadienses esperan un trasplante de órganos, y cientos mueren sin recibirlo. Según la organización, entre el 1% y el 2% de las personas que fallecen pueden ser consideradas donantes de órganos. En el 2021, por cada trasplante de órgano específico que se produjo, 2,3 pacientes esperaban un páncreas, seguidos de 1,8 personas que esperaban un riñón.
En el 2021, sólo 652 canadienses fueron retirados de la lista de espera de trasplantes de órganos; entre ellos, el 38% falleció durante la espera.
Nova Scotia tomo medidas contra esto al exigir a las personas que opten por no donarlos. La legislación, que entró en vigor en enero del 2021, pide a las personas que registren su decisión de donar todos o determinados órganos tras el fallecimiento, o de optar por no hacerlo. Si no se toma ninguna decisión antes de la muerte, los órganos y tejidos se donarán en virtud del “consentimiento presunto” de la Ley de Donación de Órganos y Tejidos Humanos.