Por Raúl A. Pinto
Una de las películas más esperadas del 2022 (y de los últimos trece años) llega durante diciembre: se trata de Avatar: The Way of Water, la secuela de la ganadora de cuatro Oscars el 2009, y considera, en la actualidad, la cinta más taquillera de la historia del cine, con mas de 2 mil doscientos millones de dólares en ganancias.
Su director, James Cameron, vuelve a la carga con un film explosivo, cuidadosamente trabajado, que en mas de tres horas de duración nos entrega una historia igual de simplona que su predecesora, pero hecha con tanta precisión en cada encuadre que se le perdona la deficiencia narrativa ante las impresionantes postales visuales en 3D que vemos a cada minuto y las altamente entretenidas secuencias de acción. Avatar: The Way of Water trae un avance técnico importante para la historia del cine. Cameron, en este sentido, la hizo otra vez.
Vamos a la trama: Jake Sully, quien fuera un militar colonizador de la Tierra en el planeta Pandora, es ahora un Na’vi, convertido a través de una tecnología natural del planeta (véase la primera parte). Una década más tarde, Sully, su esposa Neytiri, sus cuatro hijos y el pueblo Na’vi viven en la bella Isla de At’wa Attu, conviviendo con la gente del agua, los Metkayina, con quienes comparten bastantes rasgos genéticos.
Sorprendentemente, a pesar del baño de sangre de la primera película, casi todos los buenos y los malos de ésta siguen aquí, incluyendo algunos que fueron, digamos, “reconstruidos” y vueltos a la vida. No recuerdan exactamente sus vidas pasadas, pero recuerdan bastante bien a quien(es) odian, y a quienes apuntar sus armas en caso de reencuentro.
Cabe decir que la sencillez de la trama muchas veces puede calar profundo en adolescentes, niños y audiencias que no buscan demasiado para pensar, y para ello no hay crítico de cine que valga. Este tipo de público, el que quiere disfrutar un buen rato con un mensaje mínimo, es la especialidad de James Cameron, quien ha hecho una carrera impecable con historias mínimas en escenarios gigantescos, como las relaciones madres/hijos (Aliens y Terminator 1 y 2), el amor entre distintas clases sociales (Titanic), la rutina matrimonial (Mentiras Verdaderas), el cambio climático provocado por el hombre (Avatar) y la colonización moderna, descrita en esta cinta. No veo porqué Avatar: The Way of Water no debería convertirse en la película más taquillera nuevamente. Disponible en salas.
Y parece que es tiempo de ver obras maestras, porque “Pinocho”, dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, también ha sido estrenada en estos días. Tal como Cameron en “Avatar 2”, del Toro dedicó años de trabajo a un largometraje que rompió el récord del film de formato stop motion más largo de la historia del cine. Cada personaje fue moldeado en un sistema avanzado de plastilina/plasticina, madera, greda y metal, cuyas facciones pueden ser fácilmente cambiadas con las manos, evitando así el tener que fabricar una cantidad enorme de figuras para diferentes reacciones, como es la costumbre de esta técnica.
Otro gran avance en ésta, la nueva película del director de “El laberinto del fauno” y “La forma del agua” es que además de coescribir el guión (con el talentoso Patrick McHale, de la serie “Adventure Time”), Del Toro coescribió también las canciones, cuyas letras sencillas encajan perfectamente con la siempre perfecta música de Alexander Desplat.
El guion, por supuesto, es la principal atracción del cine deltoriano: los temas oscuros tocados por el cuento clásico de Carlo Collodi son traídos de regreso tras años de versiones edulcoradas que no siempre funcionaron bien. En esta bella cinta no sólo se habla de explotación infantil, padres tóxicos y el proceso del duelo; también nos encontramos en la Italia fascista de los años 30s, con oficiales que son estúpidos y escalofriantes al mismo tiempo, confirmando que la ignorancia es atrevida. Se destaca que todos los personajes tengan perfectas luces y sombras, incluido Pepe Grillo (excelente elección de Ewan McGregor en la voz) y Pinocho mismo. Las contradicciones y la humanidad se reflejan no sólo en sus debilidades, sino también en las malas decisiones tomadas y frases hirientes soltadas. Con una dirección de fotografía magistral del veterano Frank Passingham, “Pinocho” nos da el hermoso regalo de querer verla una y otra vez, por muchos años más. Disponible en Netflix.
Tuve la fortuna de toparme con “Meet Me In St. Louis”. Inesperadamente, quedé con la boca abierta. Esta es una de las buenas. MUY MUY BUENA. No siendo un fan de la inconsistencia del cine de Vincente Minnelli, que cuando tiene buenas cintas son obras maestras y cuando no son tan buenas son bodrios, decidí ver este film porque TODO el mundo acá en Norteamérica la recomienda como una película navideña clásica, término que, probablemente, se encuentra entre los más engañosos de estas comarcas.
La primera sorpresa es que no es una cinta SOBRE Navidad. Tiene una porción de la historia basada en estas fiestas, pero no todo el metraje. Presenciamos aquí un año en la vida de la familia Smith en 1913, viviendo en la ciudad de St. Louis, donde esperan la llegada de la feria internacional de 1914, que traerá, entre otras cosas, la novedad de la electricidad. En este contexto, el padre se encarga de proveer a la familia con su trabajo de abogado, su esposa y su cocinera llevan las labores de la casa, el abuelo da vueltas echando frases sabias y sus cinco hijos se preocupan de ser felices. Siendo todos ellos personas con corazón de oro, uno llega hasta ignorar por completo que la vida de esta familia de clase media alta era ostensiblemente mejor que la de las familias pobres de la época, no mostradas ni mencionadas aquí.
Sin ser muy amigo de los musicales, agradezco infinitamente que cada canción calce con la trama en el tiempo justo, en un guion espectacular con diálogos perfectos. No hay secuencias de baile de más de 15 minutos (sé que hay gente que las adora, pero no es mi caso), y las canciones sirven a la historia, y no al revés. No hay secuencias de tap tampoco, FYI.
El mayor poder de atracción del film está en las cosas cotidianas y problemas domésticos que se recuerdan en el tiempo durante cuatro estaciones (nótese la increíble secuencia de Halloween), con un elenco precioso, que incluye a Mary Astor, Judy Garland y Margaret O’Brien, entre otros.
Como lo mencioné, Minnelli tiene grandes películas a su haber, como “Same Came Running”, “Lust for Life”, “Father of the Bride”, “An American in Paris” y “The Bad and the Beautiful”, pero también hizo cine bastante malo, incluyendo la ganadora del Oscar “Gigi”, pero “Meet Me in St Louis” es, desde ahora, mi favorita de él. La vi para sacarla de mi lista y me fascinó. Véala usted también. En el canal TCM, Domingo 18 a las 8 PM, sábado 24 a las 6 PM; En el canal 70’s Movies, el lunes 19 a las 12:05 am y las 5:05 PM.
Me entusiasmó muchísimo la idea de Disney+ Canada trayendo “The Guardians of the Galaxy Holiday Special”, que en 41 minutos nos suelta la galería entera de personajes de la franquicia de Marvel creada por James Gunn.
Sin ir más allá de ser una anécdota que podría haber sido contada en 15 minutos (Drax y Mantis quieren dar a Peter un regalo de Navidad muy especial, SECUESTRANDO a su “héroe” favorito, el mismísimo Kevin Bacon), al menos se aprecia que el espíritu de no tomarse en serio a ellos mismos se mantenga, además de tener un par de buenas canciones, y la intervención de Bacon, un tesoro del cine que literalmente puede interpretar lo que sea, incluyendo la parodia de sí mismo que vemos aquí perdiendo el control, gritando, y corriendo por las calles de Beverly Hills. Este especial no aporta demasiado al avance del mundo del cine, pero no aburre. Disponible el Disney Plus Canada.