Rodrigo Díaz M.
Tras registrar un crecimiento vertiginoso durante la pandemia, Moderna se encuentra ahora bajo la presión de idear un régimen de vacunas más accesible.
El director general de Moderna, Stéphane Bancel cree que la pandemia de COVID-19, que ayudó a la empresa a acumular decenas de miles de millones de dólares en ingresos y a generar negocio en más de 70 mercados en todo el mundo, podría terminar tan pronto como este año.
Pero eso no significa que el virus vaya a desaparecer.
“Creo que estamos avanzando lentamente hacia un mundo en el que todas las herramientas están disponibles, y todo el mundo puede tomar su propia decisión en función de su tolerancia al riesgo”, explicó, y añadió que creía que más personas elegirían “vivir con el virus”, de forma parecida a como lo hacen con la gripe.
Sin embargo, el enfoque seguirá variando mucho, como por ejemplo entre las personas inmunodeprimidas o en países como Japón, donde era habitual usar mascarillas incluso antes de la pandemia, reconoció.
Moderna actualmente se encuentra desarrollando unos 40 productos y está planeando la vida más allá de COVID-19, dijo Bancel.
Además de una vacuna de refuerzo anual actualizada que ofrecería protección contra el COVID-19 y otros virus más comunes, sigue desarrollando una vacuna personalizada contra el cáncer, cuyos nuevos datos clínicos se darán a conocer a finales de este año. Bancel dijo que el producto podría someterse a aprobación en unos dos años si todo va bien.
La empresa también está explorando una posible vacuna contra el monkeypox, que “todavía está en el laboratorio”, dijo Bancel.
Cuando el mundo se enfrentó por primera vez a la aparición del COVID-19, Moderna fue uno de los pocos grandes fabricantes que se apresuraron a tener listas sus vacunas, reduciendo los plazos de años a meses.