Por Rafael García
Twitter: @rafagarciasv
El momento de tomar una decisión es uno de los instantes más íntimos, privados y valiosos que un ser humano puede tener.
Tomamos cientos de decisiones cada día, porque nacimos con ese privilegio y esa obligación.
Es un derecho intransferible y fabuloso.
Tomamos decisiones en tiempo record, en medio del apresurado trajín de la vida. Decidimos qué calle tomamos, a dónde dirigimos la mirada, a quién llamaremos hoy; por ejemplo.
Es maravilloso saber que somos capaces de cambiar nuestro rumbo y cambiar cosas y personas, cuando trabajamos para que las decisiones se conviertan en hechos.
Decidir que hoy es el momento para llamar a esa persona que queremos y decirle cuanto la estimamos, decidir que debemos perdonarnos por las cosas que prometimos; pero no pudimos cumplir, decidir que hoy es el día de cambiar es sencillamente maravilloso y conlleva un gran poder sanador y vivificador.
Son esas decisiones convertidas en acciones, herramientas poderosas que cambian a las personas y a nuestro entorno.
Sin duda, decidir es una situación en la que el tiempo puede condicionar profundamente los efectos de una decisión.
Así es. Decisiones y tiempo. Nada es eterno.
No renuncies a la experiencia de sentir: disfrutar o sufrir el momento de tomar una decisión, a pesar de que actualmente estemos presionados por la sociedad del “ya y ahora”, la cual entorpece y nubla nuestro talento para decidir.
Reconoce e identifica el momento de tomar decisiones. Es ese instante en el que eres dueño de tus pensamientos y emociones.
Nadie más. Solo tú y el momento de la decisión que puede representar todo o nada. El inicio o el fin.
Anímate a tomar el control de tus decisiones y tórnalas en acción.
Reconquista y sé el dueño del increible poder de decidir para cambiar tu forma de pensar y tu forma de sentir.