Meterse en la cama con sábanas recién lavadas, manejar con el vidrio bajo en una mañana de verano y ver a una pareja de viejitos de la mano son algunos de los pequeños placeres de la vida que nos hacen sentir mejor.
Podemos estar teniendo un día terrible en el trabajo, inmersos bajo una pila de cosas, pero de repente unas palabras de aliento de nuestros jefes pueden hacernos sentir mucho mejor.
De la misma manera, podemos estar en medio de un tráfico de locos, cuando nuestra canción favorita suena en la radio y nos hace olvidar de la pesadilla de los autos.
Pequeños gestos de amigos y familia pueden hacer maravillas cuando estamos con los espíritus caídos. Por supuesto, todos tenemos nuestros días malos. Por eso es vital saber cómo reanimarse a uno mismo.
La doctora estadounidense Jill Bolte dedicó toda su carrera al estudio de la enfermedad mental y a cómo se refleja en el cerebro.
En el año 1996 la propia neuroanatomista padeció un severo derrame que la hizo profundizar aún más en la autoconciencia. Llegó a la conclusión de que cada uno de nosotros tiene “el poder de elegir en cada momento quién es y cómo quiere ser en el mundo”.
Aunque tranquiliza saber que sea una cuestión mental, ¿qué podemos hacer cuando no disponemos siquiera de minuto y medio para cambiar el chip? Aquí, algunos consejos para alegrar el ánimo y convertirse en ese “auto-cheerleader” tan necesario como eficaz.
1. Sonreír. Es tan sencillo como mover los músculos de la boca hacia arriba. Merece la pena intentarlo, porque la postura influye directamente en la emoción. Fue uno de los supuestos de Charles Darwin, y posteriormente ha sido avalado por eminentes psicólogos de la Universidad de Harvard como William James, quien llegó a aseverar que “si la persona no expresa la emoción, no llega a sentirla”. Es lo que se llama feedback facial, por el que “las expresiones faciales están conectadas a lo que sentimos”.
2. Contar un chiste sobre su tragedia. Funciona porque facilita el cambio actitudinal. La idea fue propuesta en Terapia Racional Emotiva, de Albert Ellis. Nada como exagerar las propias miserias y verbalizarlas para darse cuenta de lo ridículas que resultan. Con esta fórmula podremos permitirnos pensamientos catastrofistas del tipo: “Es terrible”, “Oh, dios mío” o “No puedo seguir así”.
3. Enviar un emoticono a un amigo. O una foto que le guste, el enlace a una canción, un simple “hola, ¿qué haces?”. La soledad, tan necesaria en ocasiones, también conduce a la miseria, según múltiples estudios. Por tanto, una manera de combatir la infelicidad es socializar.
4. Comer un caramelo. Aunque este consejo hay que tomarlo con cuidado si se es tendente a los hábitos compulsivos. Por algo se escucha tanto la cuestión de “comer por ansiedad o ansiedad por comer” sin saberse muy bien si va antes la gallina o el huevo. Aunque la ingesta desmesurada de comida es un síntoma de que algo no va bien, lo cierto es que una de las razones por las que comemos sin hambre es que mientras lo hacemos no nos angustiamos.
Por definición, comer es una respuesta antagonista de la ansiedad, al igual que el propio sexo.
5. Pseudocomprar en la Red. Es uno de los grandes clichés consumistas, pero existen pocas cosas tan efectivas para elevar el ánimo. ¿Hasta qué punto se sostiene científicamente el mito de las compras? Los estudios sobre la psicología del retail son casi infinitos, y se sabe que los americanos, por ejemplo, pasan hasta seis horas a la semana comprando. Aunque la etiología de la compra compulsiva no está del todo clara, los estudiosos de la materia lo relacionan con la dopamina; y neurocientíficos como Olsen descubrieron ya en el año 2011 que el comprar activa las mismas regiones cerebrales que las drogas.
6. Anotar, en una frase, algo hermoso de su vida. La expresión de gratitud es uno de los pilares de la psicología positiva, últimamente muy empleada en coaching. Se trata de “centrarse en el momento presente para apreciar tu vida tal y como es, sin dar las cosas por hechas y analizando las bondades y bendiciones con las que contamos”. Es uno de los consejos de la autora Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California, autora del libro La ciencia de la felicidad. Recordar (o apuntar) dos o tres aspectos positivos de nuestra existencia nos llevará apenas unos segundos y, a cambio, tendrá unos resultados positivos impresionantes en nuestro estado de ánimo.
8. Mirar el vídeo de un gato. El gran fenómeno viral de quedarse embobado observando pequeños filmes de dulces animalitos ha resultado no ser casual, y lo ha demostrado una profesora de la Universidad de Indiana. Jessica Gal Myric se decidió a analizar la razón por la que los vídeos de gatos consiguen fascinar a los internautas. Para hacerlo encuestó a casi 7000 personas con el fin de descubrir por qué, en el año 2014, se subieron más de dos millones de vídeos de gatos a YouTube, obteniendo hasta 26 billones de visualizaciones y ganando por goleada a las demás categorías. Entre sus conclusiones estuvieron que los incondicionales de estos vídeos reportaban sentir más energía y positividad, a la vez que reducían el malestar emocional.