Rodrigo Díaz M.
Un nuevo estudio conjunto afirma que, sin el uso de mascarillas, una pauta de distanciamiento físico de dos metros puede no ser suficiente para prevenir la propagación del COVID-19 en espacios cerrados; sin embargo, el uso de una mascarilla puede reducir el rango de contaminación de las partículas suspendidas en el aire en aproximadamente un 67%.
El estudio, publicado por la revista Building and Environment, fue realizado por investigadores de la Universidad McGill, la Universidad de Sherbrooke, la Universidad A&M de Texas y la Universidad del Norte de Illinois.
La investigación se basó en modelos que examinaban el flujo de líquidos y gases en espacios cerrados mediante un programa informático que simulaba con precisión la dinámica de la tos.
“La obligación del uso de mascarillas y una buena ventilación son de vital importancia para frenar la propagación de las cepas más contagiosas del COVID-19, especialmente durante la temporada de gripe y los meses de invierno, ya que hay más personas que interactúan en espacios cerrados”, declaró el autor del estudio, Saad Akhtar, en un comunicado.
La tos es una de las principales fuentes de propagación de los virus transmitidos por el aire de las personas sintomáticas, y actualmente la mayoría de las directrices de salud pública recomiendan una distancia de dos metros para el distanciamiento físico entre las personas que no son del mismo hogar para hacer frente a esto.
Sin embargo, el estudio descubrió que cuando las personas se quitan las mascarillas, más del 70% de las partículas transportadas por el aire pasan el umbral de los dos metros en 30 segundos. En comparación, menos del 1% de las partículas atraviesan la marca de los dos metros si se lleva puesta la mascarilla.
Las simulaciones de tos realizadas por el estudio descubrieron que las partículas pueden alcanzar distancias de hasta cinco metros o más si la persona no usa una mascarilla y dependiendo de la ventilación y el aire acondicionado.
El estudio descubrió que la ventilación, la postura de la persona y el uso de la mascarilla influían en la propagación de las partículas de forma significativa, pero la edad y el sexo sólo tenían un impacto marginal.
“Este estudio puede ayudar a los responsables políticos y a los gobiernos a tomar decisiones informadas sobre las directrices para el uso de las mascarillas y el distanciamiento físico en entornos cerrados”, dijo Akhtar.