Rodrigo Díaz M.
La violencia armada y el porte de armas ha sido uno de los temas más importantes de la campaña electoral federal.
Los liberales han intentado abrir una brecha entre ellos y los conservadores en torno a la prohibición de las armas de “asalto”, y el líder conservador Erin O’Toole dio marcha atrás a un plan para revertir esa prohibición.
Pero todos los partidos parecen estar de acuerdo en una cosa: la violencia con armas de fuego es un problema muy grave.
“Nuestras comunidades deberían ser lugares seguros y pacíficos para vivir y criar a los niños, pero la violencia con armas de fuego al estilo estadounidense está aumentando”, se expresa en la plataforma liberal.
“Se han perdido demasiadas vidas en las ciudades canadienses por el aumento de la delincuencia con armas de fuego”, coincide la plataforma del NDP.
Según Statistics Canada, la violencia criminal con armas de fuego ha aumentado en Canadá, y por un margen bastante significativo.
De 2009 a 2019 el uso criminal de armas de fuego aumentó un 81%, informó la agencia. En 2019 se produjo un aumento del 9% con respecto al año anterior.
Esto incluye no solo descargar un arma de fuego, sino también apuntarla, por ejemplo, como parte de un robo a un banco.
La pandemia del COVID-19 no hizo mucho por invertir esta tendencia.
El año pasado, hubo 8.344 víctimas de delitos violentos en los que se utilizaron armas de fuego, según un informe de Greg Moreau, del Centro Canadiense de Estadísticas de Justicia y Seguridad Comunitaria.
Pero, según los datos de StatsCan, la tasa de homicidios con armas de fuego se ha mantenido en general en los últimos años,
Aunque el número absoluto de homicidios por arma de fuego alcanzó su nivel más alto de los últimos cinco años en 2020, con 277, la proporción de homicidios por arma de fuego disminuyó. En 2020, el 37,2% de los homicidios incluyeron un arma de fuego, en comparación con el 40% en 2017.
El suicidio, otro aspecto de la violencia con armas de fuego que es fatal, es mucho más común que el homicidio en Canadá, pero no ha mostrado un aumento sostenido en los últimos 20 años. Después de alcanzar un máximo en 2015 con 4.405 suicidios, en 2020 hubo 3.540.
Un sondeo de Ipsos en 2020 encontró que una abrumadora mayoría (82%) de los encuestados apoyaba el proyecto de ley C-21, la legislación destinada a prohibir una serie de armas “de asalto”.
Una encuesta de Leger y la Asociación de Estudios Canadienses en 2021 informó de que cerca de dos tercios (66%) de los participantes estaban a favor de un control de armas más estricto en Canadá. Sólo el 10% estaba a favor de una normativa más laxa, mientras que el 19% estaba a favor del statu quo.
Aprovechando la concienciación pública sobre el tema, los partidos han presentado propuestas políticas que, según ellos, invertirán la tendencia.
Los liberales, por ejemplo, introducirían un programa de recompra de armas de fuego prohibidas y reservarían un billón de dólares para las provincias y territorios que prohíben las armas de fuego.
Los conservadores han propuesto la contratación de más agentes de policía y el NDP ha propuesto financiar proyectos comunitarios contra las bandas armadas.