Rodrigo Díaz M.
El fabricante de medicamentos Moderna, con sede en Massachusetts, construirá una planta de fabricación de vacunas de ARNm en Canadá en los próximos dos años, dijo esta semana su director general, Stephane Bancel.
La empresa ha firmado un memorando de entendimiento con el gobierno federal que hará que Canadá acoja la primera operación de Moderna en el extranjero. Todavía no está claro cuánto dinero ha ofrecido Canadá a Moderna para el proyecto.
“Creo que esta tecnología puede permitir a Canadá estar preparada para el próximo virus”, dijo Bancel en un anuncio en Montreal.
“Tanto si se trata de un pequeño brote como de una gran pandemia, como la que acabamos de ver, Canadá estará preparada. Estaremos preparados en suelo canadiense para fabricar, en cuestión de meses, una nueva vacuna para un nuevo virus emergente que proteja a la población de Canadá”.
Gracias al acuerdo, Canadá tendrá acceso al “motor de desarrollo” de ARNm de Moderna y obtendrá acceso prioritario a las dosis. Bancel dijo que Canadá también puede pedir a Moderna que cambie sus líneas de producción para responder a una amenaza nueva o emergente.
También incluirá un componente de investigación y desarrollo para una serie de otras afecciones además del COVID-19, como la gripe, las enfermedades cardíacas, el cáncer y los trastornos genéticos raros.
Esta nueva tecnología ya ha cambiado millones de vidas, dijo Bancel, pero en los próximos 10 a 20 años cree que cambiará muchas más.
Canadá, cuya industria de las ciencias de la vida se ha visto diezmada en las últimas tres décadas, quiere participar en la acción.
El primer ministro, Justin Trudeau, ha prometido reconstruir la industria, y el reciente presupuesto incluye una inversión de 2.2 billones de dólares en siete años para hacer crecer los sectores de las ciencias de la vida y la biotecnología.
Casi la mitad de ese dinero se destina a empresas que quieren ampliar o establecer la producción de vacunas y medicamentos en Canadá.
Hasta la fecha, ninguna de las vacunas contra el COVID-19 se ha fabricado en Canadá, por lo que el país depende totalmente de las importaciones para satisfacer los pedidos de vacunas.
Como resultado, Canadá ha sido más lento en las inmunizaciones que algunos otros países de primer mundo que si contaban con producción nacional.