POR ESTRELLA FLORES-CARRETERO
Nuestros mayores querían lo mejor para los hijos: una colocación para toda la vida. Pero el escenario sociolaboral ha cambiado drásticamente. Las empresas son ahora dinámicas, sus necesidades fluyen, los puestos de trabajo se transforman o incluso desaparecen con la tecnología… La idea de una permanencia eterna en el empleo es absurda, por más que los contratos deban ser indefinidos. Aunque esto de los contratos indefinidos sólo existe en Europa.
El inmovilismo es contraproducente para las empresas, pero también para las personas. Tener estabilidad en el empleo no significa que haya que permanecer haciendo lo mismo durante años y años. Hoy las corporaciones necesitan contratar gente para un proyecto determinado, no para jurarse amor eterno. Paralelamente, las personas deben atender a sus prioridades profesionales, crecer, crear su propia empresa… Y lo mismo que beneficia a las corporaciones privadas y sus trabajadores debería implantarse en las instituciones públicas. Con políticas adecuadas de cambio en el puesto de trabajo podría evitarse el absentismo, la baja productividad o el frecuente síndrome de burnout.
Es cierto que las oportunidades laborales no abundan en algunos países ni en determinados sectores, pero las hay. Y es posible encontrarlas o crearlas. Y eso es un tema que en las cumbres empresariales está latente, como en el próximo MasterMind Latino, que se celebrará en septiembre, donde se hablará de las ventajas de cambiar de trabajo:
Activa el cerebro. Salir de la zona de confort supone mantenerse alertas. Quienes temen el cambio no se dan cuenta de la infelicidad que conlleva la indolencia. Empezar en un nuevo trabajo resulta estresante, pero quedarse puede ser aún peor, incluso para la salud física y mental. Las experiencias laborales mejoran la autoestima y proporcionan bienestar emocional.
Agranda el conocimiento. Entrenar nuevas habilidades y aprender distintos procedimientos resulta motivador, pero además permite incorporar nuevos conocimientos que se sumarán a la experiencia vital y profesional. Una carrera laboral diversa nos ayuda a saber en qué somos mejores, con qué nos sentimos más a gusto, en qué debemos mejorar…; en definitiva, nos acerca a nuestro trabajo ideal.
Demuestra flexibilidad. Cambiar de puesto cada tres, cinco o siete años no es una mancha en el currículum. Todo lo contrario: demuestra la capacidad para adaptarse a nuevos métodos de trabajo, a diferentes escenarios y con distintas personas. La reputación profesional se incrementa con cada experiencia.
Amplía el mundo de cada uno. Los mismos compañeros, los mismos jefes, los mismos clientes… pueden constituir una burbuja limitada que reduce nuestra red de contactos y restringe la visión del mundo exterior. Conocer a más personas supone activar la mente, entrenar las habilidades sociales, despertar emociones, aportar y recibir… ¡crear!
Aumenta la confianza en uno mismo. No hay nada tan satisfactorio como la capacidad para afrontar con éxito nuevos retos. Quien se convierte en dueño de su vida en lugar de adormecerse en los brazos de la seguridad se siente satisfecho consigo mismo. Uno puede amar lo que hace, sea lo que sea, cuando se ve capaz. La nobel de Literatura Pearl S. Buck decía que «el secreto de la diversión en el trabajo está en una palabra: excelencia. Saber cómo hacer algo bien es divertirse».
Las reglas del juego han cambiado. Si no las aceptamos, no podremos jugar.https://www.ieie.eu/mastermind-latino/