Por mucho tiempo hemos escuchado hablar sobre la crisis de llegar a los 40, a la mediana edad. Personalmente nunca le puse tanta atención a este tema hasta que me llegó el día de cumplir los 40 años de vida, la verdad es que no fue una fecha normal, me tocó cumplir mis cuarenta en medio de la pandemia del COVID-19 con todas sus restricciones e incertidumbres.
En nuestras sociedades es común todavía creer que al llegar a los “entas”, los 40 o 50, entramos en una especie de crisis existencial y que de allí en adelante todo es “cuesta abajo”. La realidad es que a lo largo de toda nuestra vida enfrentamos y superamos muchas crisis, emocionales, familiares, laborales y sobre todo económicas, a los veinte la mayoría de jóvenes no teníamos para pagar la universidad, a los treinta no encontrábamos trabajo y así hemos ido llevando la vida.
En 2020 cuando llegué a mis 39 años pensé, bueno los que somos del mes de marzo vamos a recordar este cumple por mucho tiempo, ya que iniciábamos el confinamiento domiciliario luego de la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud.
Si acercarse a los 40 creaba “crisis personal” como me habían dicho, pues la situación se ponía más difícil al ver al mundo entero paralizarse y tambalearse ante la rapidez de contagio y letalidad del virus. Estar encerrados, viviendo bajo el temor y el estricto distanciamiento social, la crisis de la media edad tomaba otra dimensión. Muchos de mi generación experimentamos una crisis más de cuidarse y mantener la salud mental que de preocuparnos porque estábamos a punto de iniciar la supuesta “cuesta abajo” de la vida.
La vida es un misterio y hay que irle encontrando el lado amable como nos enseñaron de pequeños. Resulta que este 2021 llegué a mis 40 años, en lockdown, seguimos en pandemia, segunda y tercera ola, acatando todas las medidas de emergenciadictadas por la Provincia de Ontario para reducir los contagios, poner fin a todo el dolor causado por el virus y reactivar la economía.
Ha sido en este ambiente que nos tocó responder a la interrogante de la mediana edad: ¿Qué nos espera de aquí en adelante, emocional, física y psicológicamente?
Ciertamente entrar a las cuatro o cinco décadas de vida es entrar a una etapa en donde experimentamos importantes cambios fisiológicos y mentales. Se desencadenan cambios hormonales que nos afectan en lo físico y psicológico, tanto a hombres como a mujeres. Es una etapa de nuestras vida por la que tenemos que pasar y en la que primeramente hay que saber agradecer por tener la oportunidad de vivir, de respirar, de apreciar nuestro entorno físico y espiritual, de celebrar nuestros vínculos familiares y de amistad, de reflexionar y poner en perspectiva, mirando hacia delante, nuestras historias de vida.
En mi opinión la llamada crisis de la mediana ead es una cuestión cultural muy influenciada por las ideas prevalecientes de sociedades conservadoras, como por ejemplo que si te casaste, si compraste casa, si tienes hijos, si te divorcias, etc. sobre todo si nos referimos a las mujeres, es una interminable lista de cuestionamientos sin sentido.
Existe una gran presión sociocultural con lo que deberías ser o haber logrado al llegar a cierta edad. La verdad que muchas de esas cosas “no alcanzadas a los 40” se deben más que a razones individuales a factores externos como la falta de oportunidades, los prejuicios y la discriminación en sociedades excluyentes y con desigualdades.
Hay realidades innegables a esta edad, comenzando por el hecho de dejar atrás una juventud y estar a punto de iniciar otra etapa de la vida, es un momento para revisar metas y objetivos fundamentales que nos propusimos, hacer una pausa para reflexionar, planificar y actuar para irnos acercando a eso que nos propusimos en la juventud.
Los nacidos en los años 1980s o antes vivimos tiempos muy diferentes a los de la actualidad digital, nunca fuimos esclavos del teléfono y las pantallas, quizás ahora sí lo somos, pero nuestras imágenes e historias, como el tiempo en la Universidad, las amistades, la vida en familia las llevamos grabadas y guardamos con mucho aprecio en nuestros corazones, piel y cerebro, esas historias están allí, se quedaron sin pasarlas en tiempo real por redes sociales.
Veo a mis amigas de mi generación y nos une algo más que una simple amistad, veo mujeres fuertes valientes, e independientes, que crecen a su ritmo, de la manera que ellas quieren en sus vidas, superando desafíos de salud o económicos, optimistas, sobreviviendo ante un mal tiempo y eso me da satisfacción.
¿Qué quiero en esta etapa?, ¿hacia dónde Voy?, ¿Puedo empezar de nuevo?, estas preguntas me las hago muy a menudo, son preguntas que nos pueden resultar positivas si tomamos cartas en el asunto y hacemos algo, conllevan un gran reto, demostrarnos a nosotras mismas que sí podemos, independientemente de la edad que tengamos sin tener que renunciar a lo que queremos.
Es normal que tengamos un poco de temor, el hacerte mayor y dejar de ser joven, ese temor no aparece justo el día que cumples los 40 o 50, puede ocurrir incluso mucho antes.
Lo fundamental ante todo cambio es mantener la actitud positiva y mente clara, somos dueños de nuestras vidas, cada etapa se puede vivir con alegría y plenitud.
No dejemos que la sociedad nos etiquete por nuestra forma de ser y opciones de vida, tan valiosas somos para el mundo, aquella que quiere crecer académicamente, ser profesional, atreverse con un emprendimiento, o la que quiere dedicarse completamente a sus hijos, o la que no quiere tener uno, a estar soltera o casada, la política, la jefa de hogar, en fin lo valioso de ser mujer y el derecho de vivir la vida como queremos.
Olvidémonos de los estereotipos que tiene la sociedad, no dejemos de aprender, alimentemos nuestra mente y espíritu, y como lo escribí antes ¿Si nos toca reinventarnos, incluso al llegar a la mediana edad, por qué no?.
*Kelly Arévalo, Abogada en El Salvador, con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Máster Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto. Fundadora de la Revista SerSV
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