Por Alejandro A. Morales
TORONTO. El aumento proporcional de los adultos mayores es un tema que preocupa a los demógrafos de todo el mundo incluyendo la División de Demografía de las Naciones Unidas, como asimismo los gobiernos nacionales de todo el planeta. Los demógrafos son científicos sociales que tienen como objetivo el estudio de las poblaciones humanas y, específicamente, estudian estadísticamente la estructura y la dinámica de la población y las leyes que rigen estos fenómenos.
Leonid Gavrilov y Patrick Heuveline en su estudio “Aging of Population” de 2003 señalan que el aumento proporcional de adultos mayores es una de las más importantes tendencias mundiales del siglo y tendría un impacto cada vez mayor en distintos aspectos de la vida cotidiana, economía y salud de la población.
Como es de todos sabido, especialmente en Canadá, el número de adultos mayores ha aumentado en porcentajes relevantes en los últimos 20 años, siendo uno de los segmentos que muestra el mayor crecimiento superando ya al segmento poblacional de 1 a 14 años. Esto es típico en países industrialmente desarrollados, aunque un rápido incremento se nota también en los países en vías de desarrollo. La longevidad del grupo mayor de 65 años se debe a una serie de situaciones como un mejor autocuidado traducido en una disminuida presencia del alcoholismo, el tabaquismo y mejoras en el aspecto nutricional, además de los avances de la ciencia médica en todos los niveles.
Tal como ha investigado la demógrafa Ninoska Damianovic, se estima que en Italia, Japón, España y Grecia serían los países más envejecidos, ya que los adultos mayores triplicarían en cantidad a los menores de 15 años. En otras palabras, en alrededor de 39 años el envejecimiento casi se duplicaría en los países desarrollados, aunque excepcionalmente, en un país como Chile, se triplicaría en igual período.
Uno de los casos más alarmantes es el que presenta China, ya que en el año 1950 los ancianos constituían un 4,5% de la población, en el 2000 un 6,9% y se estima que para el 2050 alcancen un 22,7% de la población.
Lo anterior obliga a un análisis de las causas y las consecuencias del fenómeno descrito. Debiéramos comenzar con notar la disminución de nacidos por familia, el aumento de la esperanza de vida, y en países pequeños las dinámicas migratorias. Una mayor preocupación existe en lo que se refiere al perfil epidemiológico de la población. Las personas mayores tienden a ser afectadas por enfermedades crónicas y costosas, como la hipertensión, diabetes o el cáncer, lo que impondrá un enorme desafío para los ya recargados costos de salubridad de todo el mundo.
Igualmente, otra consecuencia es la disminución de personas trabajando y el aumento de personas que son dependientes del cuidado de otros, lo que a la larga afecta el crecimiento económico. Al mismo tiempo, los adultos mayores, por lo general, poseen menores ingresos que el resto de la población, lo que causa un aumento de los índices de pobreza.
Por otra parte, Gavrilov y Heuveline explican que un aumento de la esperanza de vida no necesariamente implica una mejora en la calidad de vida. Es interesante notar que el grupo de adultos mayores que ha aumentado más rápidamente son los que superan los 85 años y en especial los menores de 100 años, que es donde se concentra el mayor gasto de salud.
Incluso más preocupante es el que los sistemas previsionales no den abasto, por lo que habrá que tomar medidas como recortes en beneficios, aumento del ahorro de previsión, retrasar el período de jubilación, aumentar los impuestos, o producir un endeudamiento masivo, ya ocurrido en varios países.
Resulta novedoso, aunque especulativo, que, en los países democráticos, los políticos deberán considerar las intenciones de voto del grupo de la tercera edad, adquiriendo este último mayor importancia dentro de la sociedad.
Todo esto tiene, empero, su lado positivo si la humanidad toma conciencia de la importancia que tienen las costumbres saludables de vida, la mayoría de las consecuencias negativas podrán prevenirse o revertirse. Es necesario de que las generaciones actuales dejen de tener malos hábitos como el sedentarismo y el consumo del alcohol, el tabaco y el exceso de sal, azúcar y grasas, previniendo así los infartos, el cáncer y otras enfermedades de gran complejidad.
Muy importante es también disminuir el nivel de estrés, mejorando relaciones sociales positivas y así en la ancianidad se podrá vivir activa y vigorosamente hasta una edad más avanzada que en el pasado. Los gobiernos del mundo paulatinamente están tomando conciencia de implementar programas preventivos como formar hábitos saludables en la población escolar. Finalmente, es elemental recordar que “las personas mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida y cuando una sociedad no cuida sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”. (Fuente: R. González-La Gran Época)