Hace un año llegaba al final una vida fructífera. El Padre Juan Triviño se despedía de este mundo a la hora que termina la última misa dominical. El que fuera sacerdote diocesano dejaba detrás suyo su mayor obra: una ferviente comunidad hispana deseosa de conocer más del Cristo vivo, que solía predicar en sus profundas y concurridas homilías.
POR: ALEXANDER TERRAZAS
Pastor asociado, administrador parroquial y capellán de los migrantes, Juan Gerardo Triviño Torres, reconocido en Toronto, como el ‘Servidor de Todos’, fue objeto de numerosos homenajes póstumos que se sumaron a las casi innumerables distinciones que recibió en vida. Hasta el día de hoy se extrañan sus pasos surcando los pasillos de las iglesias donde solía celebrar sus misas y congregar a centenares de fieles. “Yo acompañaba al Padre a todas partes, porque me gustaban mucho sus homilías. Una vez me dijo que dejara de seguirlo a Él y que siga a Cristo, que también lo podía encontrar en mi parroquia. Se lo extraña mucho, era un hombre sencillo y muy cercano a la gente”, cuenta Sandra N., una feligresa que se congrega en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.
Y es que realmente la gente extraña al hombre sencillo y de gran espíritu solidario, quien con su carisma, alegría y buen sentido del humor lograba ganarse el cariño y el respeto de todos. El Padre Juan siempre solía ayudar al necesitado, daba una palabra de aliento al que le pedía un consejo, un abrazo al que sufría, una sonrisa al que se le acercaba y siempre andaba con caramelos en sus bolsillos para alegrar el día al que visitaba. Sin duda alguna, su muerte dejó un gran vacío entre quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo.
A un año de su fallecimiento, sucedido la noche del domingo 26 de abril del 2020 a causa de la pandemia, todavía se siente su ausencia, especialmente en las comunidades carismáticas católicas de Toronto, donde solía estar presente aun estando con las fuerzas un tanto disminuidas por su delicado estado de salud durante los últimos tiempos. “A un año de su repentina partida, el Padre Juan sigue en nuestros corazones, seguimos recordándolo y honrando su labor. Él fue un gran pilar en nuestra Renovación Carismática Católica y a la vez acompañó a Santiago Apóstol RCC desde sus primeros pasos hace 17 años atrás”, testifica Mary Cruz Guzmán, presidenta del Consejo de la Renovación Carismática Católica de Toronto (CCRC, por sus siglas en inglés).
“Lo recuerdo como un amigo, como un padre, como un gran sacerdote que amaba la vida misionera y ese legado deseamos mantener vivo. Una de las formas que me ayudan a avanzar es recordándolo, cantando a todo pulmón, “carismático soy de corazón” — y claro sus sabios consejos aún viven, no solo en mi corazón, sino en los de mi familia, en todos sus hijos de Santiago Apóstol y en toda persona que tuvo contacto con el Padre Juan”, agrega Mary Cruz.
En Toronto (Canadá) donde ejerció su ministerio sacerdotal durante 18 años, la Renovación Carismática Católica Hispana, en su Gran Asamblea Diocesana virtual, le rinde un homenaje póstumo una vez al mes, que consiste en escuchar el testimonio de una persona que conoció de cerca la vida y la obra del ‘Servidor de Todos’. En ese mismo espíritu, el Padre Gustavo Campo, párroco de la Iglesia Santiago Apóstol (St. James) celebra cada fin de mes una misa en memoria del entrañable sacerdote colombiano.
En Tumaco (Colombia), su tierra natal, donde pasó los últimos meses de su vida celebrando misas con un altoparlante desde el balcón de su casa, también se lo echa de menos. La gente de su pueblo, amigos y familiares recuerdan con mucha nostalgia los últimos días de su vida y para honrarlo, también le rinden un homenaje póstumo cada mes a través de una eucaristía. “Extraño mucho a mi tío. Extraño esos diciembres disfrutando a su lado, extraño el 6 de enero celebrando el día de los sobrinos, extraño las procesiones al Sagrado Corazón de Jesús, Y extraño verlo en su hamaca donde se mecía todas las tardes hasta quedarse dormido”, cuenta con tristeza Max Triviño, uno de los sobrinos más cercanos.
“Hablar de mi hermoso hermano, las palabras se me quedan corta. Su ternura, sencillez, su sonrisa de gratitud en todo momento. Su carisma para que toda la gente lo quisiera y yo emocionada de verlo como pedía con cariño para ayudar a otros y nadie se negaba a colaborarle. Doy gracias a Dios que tuve el privilegio de estar y pertenecer a este ser humano tan valioso y que sabemos que Dios se llevó a uno de sus mejores hijos para que gozara de su gloria para que desde allá arriba sea nuestro Ángel Celestial (Intermediario entre Dios y nosotros)”, comentó su hermana Lucy Triviño.
A un año de su partida, no cabe duda de que el Padre Juan fue un gran sacerdote, un amigo, un consejero, un guía espiritual y un gran mensajero del Evangelio de Cristo. Desafortunadamente ese rayo de luz que fue en vida se apagó para siempre a causa de la pandemia para poder brillar en un lugar mejor, pero su legado y su obra perdurará en esta tierra en los corazones de quienes lo recuerden y seguirá brillando como el sol brilla en lontananza.