Por Raúl A. Pinto
Un drama británico que excava sueños y amor en distintos tipos y una aventura espacial pero no tan especial, son las recomendadas para esta semana.
Basada en las excavaciones de Sutton Hoo, un hito histórico en la arqueología británica, “The Dig” se toma bastantes licencias – mayormente por tener como fuente de inspiración la novela de John Preston- para dejar tres relatos/personajes en uno: Edith Pretty (excelente trabajo de Carey Mulligan), la dueña de tierras milenarias que decide seguir su intuición y las historias contadas por sus antepasados sobre unos misteriosos montículos de tierra que podrían o no tener cierta significancia histórica; Basil Brown (otro grande, Ralph Fiennes), el arqueólogo autodidacta contratado para iniciar la obra, que lo que tiene de brillante lo tiene de humilde; y la excavación misma, a cargo de un grupo de personajes sacados de todas las series a las que la BBC nos tiene acostumbrados. Existe una serie de subtramas en la película: primero, el hijo de Edith, que tiene a Basil como figura paterna, y temiendo por el creciente deterioro de salud de su madre. Segundo, el primo de Edith, Rory (a cargo del actor inglés de moda, Johnny Flynn), quien llega a dar una mano en la excavación y se enamora de la arqueóloga Peggy Piggot (la actriz inglesa de moda, Lilly James), lo cual supone un amor imposible, al estar ella casada con Stuart Piggot (Ben Chaplin), con quien aparentemente nunca han consumado su matrimonio. Finalmente, la lucha entre Edith, Basil y el gobierno británico para proteger los tesoros que se van encontrando en la excavación. ”The Dig” es un melodrama que avanza lento, con un ritmo que habría hecho que las historias de “Downton Abbey” duraran ochenta temporadas, pero enlaza sus tramas perfectamente incluso cuando tememos a cada minuto que muchas de las múltiples historias terminen desinflándose. El director Simon Stone, la guionista Moira Buffini y el editor Jon Harris se destacan en esta cinta, que quizá no tiene el peso suficiente para arrasar en las entregas de premios, pero está destinada a ser descubierta por audiencias en todo el mundo. Disponible en Netflix.
En “Midnight Sky”, el mundo ha caído en una hecatombe apocalíptica, y Augustine, científico con problemas sociales, decide no huir hacia los refugios preparados, quedándose en la base de la Antártica, sabiendo lo que le espera. Durante su estancia, encuentra una niña escondida, con la que debe convivir luego de intentar inútilmente contactarse con los refugiados. Desde entonces la labor de Augustine es contactarse con la misión espacial Aether, que regresa de una exitosa misión en Júpiter, donde descubrieron una luna habitable, siguiendo teorías que el propio Augustine descubriera años antes. No existe dudas del talento de George Clooney como director. Aún así, no todas sus películas logran cuajar de manera apropiada, y desafortunadamente, eso también pasa con “Midnight Sky”. La adaptación de la novela “Buenas noches, medianoche”, de Lilly Brooks-Dalton termina fallando, primero por la pérdida del pulso narrativo demasiado temprano en el metraje, y luego por la dura competencia en el género de los últimos años: no se ve intención de copiar, pero invariablemente uno termina pensando que “Gravity”, “The Martian” e “Interstellar” hicieron un mejor trabajo en la metafísica-espacio-temporal, el sentimiento de soledad y la incertidumbre que causan las consecuencias de la mala administración del planeta por parte del ser humano. Por lo menos es una película que se puede ver de principio a fin, especialmente si se es fan de la ciencia ficción, aunque le advierto que el gusto final podría no ser del todo placentero. Disponible en Netflix.