Por Kelly Arévalo*
TORONTO. Debido a la pandemia del COVID-19, el 2021 será un año que nos impulsará a continuar adaptando nuestros hábitos y rutinas, así como a seguir aprendiendo nuevas habilidades para lograr cierta normalidad y balance en nuestras vidas y en el hogar.
Uno de esos retos con los que iniciamos el nuevo año es el de preparar la casa para la escuela.
Este 4 de enero todos los estudiantes de Ontario regresaron a clases, ahora no en el alegre y bullicioso ambiente de abrazos de despedidas y los rítmicos sonidos de pequeñas botas de invierno y mochilas, sino desde una habitación de la casa en un espacio ambientado para aprender.
Si este drástico cambio con el reinicio de año escolar nos pone en carreras a la mayoría de las madres y padres, imagínate el tremendo impacto que esta modalidad de aprendizaje remoto tiene en nuestros hijos e hijas, en sus emociones, en sus niveles de atención y desempeño.
La capacidad de adaptación y las reacciones de los estudiantes a esta escuela virtual son tan variadas como lo son la composición familiar y las comunidades educativas. Las respuestas cambian también con la edad y nivel de estudio del estudiante, sin embargo, hay un común denominador que es clave para asumir este nuevo reto exitosamente: el apoyo, la paciencia y el cariño de la familia.
Mi experiencia como madre en esta tarea educativa ha sido con altas y bajas durante esta pandemia. Mi hijo ha tenido que vivir su experiencia de kínder tanto enfrente de una Tablet desde el confinamiento de la casa, como en la modalidad “face to face” siguiendo todos los protocolos de bioseguridad establecidos por las autoridades de salud y el Ministerio de Educación de Ontario.
Me impactó mucho el 2020 ir a dejar a mi hijo a la escuela, y verlo parado en el patio esperando entrar a clases, con su nariz y boquita cubierta con la mascarilla, sin saber si me estaba despidiendo con su pícara sonrisa o si se quedaba triste, pero rápidamente los dos aprendimos a expresarnos más con la mirada, aprendimos a sonreír más con los ojos, así nos hemos ido todos adaptando a estos tiempos de pandemia tratando de no sacrificar nuestra forma natural de ser y esforzándonos por creer, aunque sabemos que será difícil, que un día volverá la normalidad.
Es asombrosa la rapidez con la que todos nos hemos ido adaptando a estas normativas tan necesarias para enfrentar la pandemia, ahora nos toca aprender a ambientar y conectar la casa con la escuela. Es una tarea que demandará mucha paciencia, dedicación, y en la que tendremos mayor éxito en la medida que todos en el hogar contribuyamos a generar las mejores condiciones para el aprendizaje de nuestros hijos e hijas.
Hace unos días una familia amiga me contaba que estaban decidiendo qué tipo de computadora comprar para que su hijo se conectara con la escuela, ¿laptop o desktop? Contacté a mi escuela en el Distrito de York, preguntando sobre la mejor opción y me llevé la grata sorpresa de saber que los estudiantes pueden pedir prestado equipo para usar desde sus casas, IPad para kínder y educación básica, y Chromebook para secundaria, además han puesto en línea buen material de apoyo para padres, madres y estudiantes.
Por lo anterior, creo que una de las primeras cosas que debemos hacer es escribir y mantener una comunicación fluida con sus maestros, con la escuela, esto ayudará también a que nuestros hijos sientan nuestro apoyo. Si el idioma es una barrera, puedes pedirle a un familiar o contactar a un trabajador comunitario para que te ayude a establecer esa comunicación.
Esperemos que el retorno físico a la escuela sea pronto y seguro, para quienes hemos optado por el formato “face to face”, pero mientras tanto facilitemos un espacio adecuado desde donde nuestros hijos recibirán sus clases en estos días. Aseguremos que la silla y la mesa o escritorio sean del tamaño apropiado, procuremos quitar objetos que distraigan, aseguremos buena conexión a internet y una buena iluminación.
El reto será mayor si se vive en un espacio pequeño, habrá que usar toda la imaginación para crear un ambiente agradable, y de aquí la importancia de compartir entre nuestra comunidad experiencias positivas y consejos.
En un plano más personal, hay que procurarles un buen descanso, no hay nada más improductivo que un estudiante desvelado, sin descansar lo suficiente, especialmente los más pequeñitos.
Recomiendo imprimir los horarios y tenerlos a la vista para que ingresen en las horas que tienen que conectarse con toda la clase en la sala virtual, y dejarlos que desarrollen independencia y confianza como lo harían en la escuela.
La casa es también la escuela, tratemos cada día de construir hogares en donde puedan crecer el optimismo, la comprensión y la esperanza.
*Kelly Arévalo es Abogada con maestría en Derecho Internacional de Empresas y Master Ejecutivo en Big Data. Ex Cónsul General de El Salvador en Toronto y fundadora de la Revista SerSV. (Email: [email protected])