Por Liz Martinez
El gobierno de Estados Unidos ha lanzado a cientos a un sistema de cárceles para inmigrantes y prisiones plagadas de violaciones de derechos humanos. Estados Unidos no es un país seguro, especialmente para las personas en busca de refugio.
Pero el gobierno canadiense sigue tratando a Estados Unidos como un país seguro para los refugiados. Según el Acuerdo de Tercer País Seguro (STCA) entre los dos países, “los solicitantes de refugio deben solicitar la protección de refugiados en el primer país seguro en el que arriben, a menos que califiquen para una excepción al Acuerdo”.
El acuerdo se basa en el entendimiento de que cada país cumple con un “alto estándar con respecto a la protección de los derechos humanos”. En los Estados Unidos, la creciente evidencia apunta a lo contrario. Desde enero de 2017, decenas de miles de refugiados han cruzado hacia Canadá porque, según la agencia de noticias Reuters, “no se sentían seguros presentando o persiguiendo solicitudes de refugio en los Estados Unidos del presidente Donald Trump”.
Muchas de estas son personas que cruzan en zonas ubicadas entre los puertos de entrada designados, conocidos como “cruces irregulares”. El STCA, sin embargo, sólo se aplica a las personas que cruzan en los puertos de entrada oficiales, algo que, según los informes, oficiales canadienses querían modificar a fin de poder enviar a todos los refugiados hacia los Estados Unidos.
Pero lo que Canadá, y tampoco el gobierno de EE. UU. dice, es que, si esos refugiados son regresados, son arrojados a un sistema de cárceles para inmigrantes y prisiones plagadas de violaciones de derechos humanos.
Desde que el presidente Donald Trump asumió el cargo, mi organización Freedom for Immigrants ha documentado más de 800 denuncias de abusos motivados por odio y prejuicio dentro de los centros de detención inmigratoria de EE. UU., tal y como se detalla en nuestro nuevo informe.
Aquí hay un vil ejemplo de este tipo de abuso. En una cárcel de inmigrantes de Massachusetts, un individuo informó que un guardia le dijo que “apostaría por él en una lucha contra otro detenido”. La persona detenida se negó a luchar contra otra persona detenida y, como resultado, se le denegaron productos de higiene y se le botó la comida. Cuando trató de quejarse, el guardia le dijo que “nadie va a creer las quejas de los monos”.
Algunos de los términos peyorativos utilizados contra personas detenidas incluían, entre otros, “basura haitiana”, “terroristas”, “mono” y “perro”.
En Florida, los guardias obligaron a una mujer a quitarse el hijab en contra de su voluntad ante oficiales masculinos, que se negaron a devolvérselo hasta que su esposo se quejó formalmente. En California, un individuo informó que no le permitieron salir de su celda y se vio obligado a darse una ducha frente a oficiales varones como resultado de su orientación sexual. También informó que el personal médico le dijo que Dios no lo amaba debido a su orientación sexual.
Racismo, xenofobia, homofobia, discapacidad, discriminación religiosa. Este es el status quo en detención, y bajo este clima político, se está normalizando cada vez más.
El mundo vislumbró este tipo de maltrato brutal cuando el gobierno de los Estados Unidos, el supuesto faro de esperanza y defensor de los derechos humanos comenzó a arrancar niños de los brazos de sus madres y padres en la frontera sur y los envió a centros de detención donde también fueron sometidos a condiciones intolerables.
Nuestro vecino del norte juega un papel clave y tiene la responsabilidad moral de responder a las necesidades de los inmigrantes con compasión, no devolviéndolos a los Estados Unidos, donde probablemente enfrentarán un trato inhumano.
A la luz de las preocupantes y numerosas quejas de abuso motivadas por odio o prejuicios en nuestro informe, y las deliberadas y draconianas medidas antiinmigrantes de la administración Trump, instamos a Canadá a que ponga fin a su Acuerdo de Tercer País Seguro con los Estados Unidos.
Estados Unidos es claramente incapaz o no está dispuesto a proteger a los solicitantes de asilo y otros migrantes del abuso y la persecución motivados por el odio.
Canadá debe dejar de devolver hacia los Estados Unidos a las personas que huyen por sus vidas. Hasta que Estados Unidos implemente las recomendaciones anteriores, es claramente incapaz o no está dispuesto a proteger a los solicitantes de asilo y otros migrantes del abuso y la persecución motivados por el odio.
Las mujeres, los hombres y los niños que escapan de la violencia indescriptible y buscan refugio merecen la seguridad verdadera, no más sufrimiento.
*Liz Martinez es Directora de Defensa y Comunicaciones Estratégicas para Freedom for Immigrants, organización sin fines de lucro con sede en los EE. UU. (CCR / Huffington Post)