Por Raúl A. Pinto
“Borat Subsequent Moviefilm” es una gran película. Véala bajo su propio riesgo. Y ojalá se arriesgue.
Así es, todo el mundo debería ver “Borat Subsequent Moviefilm”, estrenada hace una semana por Amazon Prime Video. Pero es necesario hacer una importante aclaración a nuestros lectores: “Borat” es una película con contenido no apto para menores, en imágenes, lenguaje, y contenido. Si usted tiene la edad suficiente para verla, y quiere hacerlo, entonces hago una segunda aclaración: esta es quizá una de las mejores películas del año.
Si usted no se ha familiarizado con la historia, le cuento que la encabeza el comediante británico Sacha Baron Cohen, conocido en televisión por interpretar personajes que se cuelan entre personas reales. No precisamente con el ánimo de hacerles bromas tipo “cámara indiscreta”, sino para empujarlos a mostrar lo que realmente son. Uno de estos personajes es Borat Sagdiyev, un periodista venido desde Kazajistán hasta Norteamérica, buscando reportar sobre Estados Unidos a su país de origen. El personaje es, obviamente, una excusa para mostrar la cara más oscura de ese país, buscando hacer humor hasta las últimas consecuencias. En 2006, la película dedicada al personaje se convirtió en un éxito planetario, llegando incluso a ser nominada a un Oscar al Mejor Guión.
Los tiempos han cambiado, y la primera entrega de Borat fue de tan alto impacto, que cambió el modo en que los llamados “mockumentaries” (documentales falsos) eran hechos, elevando el género de la noche a la mañana.
La pregunta de rigor es: ¿Vale la pena intentar repetir el éxito de la primera cinta catorce años después? La respuesta corta es: sorpresivamente, sí lo vale.
“Borat Subsequent Moviefilm” tiene mucha más ficción que la primera parte. En este film, luego de años de ser condenado a trabajos forzados por los eventos de la primera parte, Borat es sacado de la cárcel para volver a Estados Unidos, a entregar un curioso regalo al vicepresidente Mike Pence. En el intertanto, descubre que las cosas por su casa cambiaron bastante, siendo la mayor novedad la existencia de una hija adolescente, llamada Sandra Jessica Parker Sagdiyev, más conocida como Tutar. Luego de llegar a Estados Unidos, Borat descubre que Tutar se las arregló para arribar a ese país usando, digamos, otra ruta. Ambos recorrerán la nación, logrando, al mismo tiempo, hacer una exposición de la ignorancia y la aún increíble intolerancia de la llamada “América profunda”, y contando la historia de un padre aprendiendo a conocer, respetar y amar a su única hija. Esta trama secundaria termina uniéndose a la primera, porque la idiosincrasia absoluta y ridículamente anacrónica de Borat y Tutar respecto al lugar de la mujer en el mundo da para mostrar ciudadanos de a pie que a pie que no le ven el problema a esto, y aquellos que harán lo posible por cambiar la situación.
Sacha Baron Cohen, y la magnífica debutante Maria Bakalova hacen un trabajo impresionante, donde la vergüenza queda de lado, y el hecho de estar interpretando a un personaje frente a personas reales (entre ellas el mismísimo abogado de Donald Trump, Rudy Guliani, quien se propasa de manera absolutamente grosera, frente a la cámara, con Tutar), hacen gala del talento de ambos, quienes al menos merecen una nominación por sus actuaciones en la temporada de premios que pronto comienza. Lo mismo para la historia, que incluye elementos como el covid-19 para dar un material de comedia que se vuelve oro puro.
Tercera advertencia: vea “Borat Subsequent Moviefilm” si se atreve. Y por favor, atrévase.