Por Francisco Reyes
TORONTO. El nuevo premier de Ontario, Doug Ford, apenas lleva días al frente del gobierno provincial, después de su juramentación el pasado 29 de junio.
En su primera semana de trabajo en Queen’s Park, que prácticamente se inició el lunes 9 de este mes, Ford ha comenzado a atornillar al revés, irritando a ciertos sectores de la sociedad, principalmente de las comunidades de inmigrantes, por la postura asumida en contra de los refugiados.
El pasado martes 10 del mes en curso, en su primera reunión oficial con el primer ministro Justin Trudeau, en la casa del gobierno provincial, Ford le manifestó que “Ontario no ofrecerá ninguna ayuda a los inmigrantes” que huyen de la persecución de las autoridades migratorias de los Estados Unidos por ser indocumentados y buscan asilo en Canadá. El nuevo premier los tilda de “ilegales que cruzan la frontera” para crear serios problemas en las principales ciudades de esta provincia.
Sin duda que, por desconocer los puntos fundamentales de la Convención de Ginebra sobre los derechos de los refugiados, y no tener idea clara de cómo funciona el sistema de Inmigración, separado del proceso de solicitud de asilo, acusó al primer ministro Trudeau de “crear el desorden” en dicho sistema que “está resultando en una crisis habitacional en Toronto y amenaza a los servicios que la provincia ofrece a las familias”.
Las explicaciones de Trudeau, utilizando los recursos de la diplomacia interna en lo que respecta a la relación del gobierno federal con las provincias y los territorios, no fueron suficientes para que Ford entendiera la necesidad de cooperación entre los tres niveles de gobierno para ayudar a resolver el problema cada vez más creciente del flujo de peticionarios de refugio que ingresan por la frontera entre Quebec y los Estados Unidos, para asentarse en Ontario.
Obviamente, el premier quiere aplicar en la provincia la misma política anti inmigratoria del presidente estadounidense Donald Trump para desalentar a los que se arriesgan a cruzar la frontera.
Mientras las organizaciones que tratan con refugiados en Ontario hacen esfuerzos para buscar soluciones favorables a los 800 asilados que se encuentran alojados temporalmente en edificios de dormitorios de dos colegios universitarios locales, Ford pone obstáculos para no ayudar a resolver la crisis, porque atornilla al revés.
Pero no es solamente en este caso que atornilla al revés. Los recortes presupuestarios y la supresión de decisiones tomadas en la pasada administración liberal marcan el rumbo que ha empezado a tomar su gobierno. Cabe preguntarse si pretende volver a aplicar la misma política restrictiva del gobierno conservador de Mike Harris y Ernie Eves en los convulsivos años de 1995 al 2003.
“Un Gobierno para el Pueblo”, ha prometido Ford. ¿Para qué pueblo, cuando se sabe que esos recortes afectan a los sectores más pobres de la población de Ontario, en la que hay decenas de comunidades étnicas cuyos miembros han venido a este país en busca de un futuro mejor? ¿Pueden hallar ese futuro para sus hijos con esas medidas draconianas?
Durante el gobierno liberal de Kathleen Wynne, fue aprobada en la Legislatura provincial una moción para otorgar medicamentos gratis a los residentes de Ontario, que cubría a las personas hasta los 25 años. Hace dos semanas ese programa fue eliminado. La política de restricciones afectará a los más necesitados, quienes tendrán que pagar los precios exorbitantes de esos productos para la salud. El resultado será una población que irá enfermándose progresivamente, en la medida en que el salario permanezca congelado, mientras gobiernen los conservadores.
En el “Discurso de la Corona” el jueves pasado, no hay ninguna referencia para ayudar a los jóvenes más necesitados en lo que se refiere a sus estudios en instituciones educativas superiores. Tendrán que seguir dependiendo de los onerosos préstamos del OSAP, con el agravante de los acosos de las empresas de recolección, cuando por falta de empleo no puedan pagarlos.
Las comunidades nativas de Ontario tampoco se mencionan en el discurso de la vicegobernadora provincial Elizabeth Dowdeswell, lo cual acentuará la discriminación gubernamental contra las primeras naciones, tal como ocurrió en la ‘Era de Mike Harris y Ernie Eves”.
Ford seguirá sacrificando a los sectores populares más necesitados con su política de restricciones, para favorecer a las elites privilegiadas de la provincia, vinculadas con el Partido Conservador.
Dada esa omisión de las primeras naciones de Canadá, las comunidades étnicas, entre ellas, las hispano-latinas de esta provincia, tendrán que estar a la expectativa de las cartas que el gobierno conservador tiene debajo de las mangas y que empezará a sacar para no permitir que alcancen los niveles económicos esperados para salir de la pobreza.
Se suele decir que “guerra avisada no mata soldados”. Muchos electores se dejaron engañar con la consigna que Ford enarboló durante la campaña electoral: “Un Gobierno para el Pueblo”, y votaron por el Partido Conservador de Ontario.
Ahora tendrán que soportar sin reclamos los ajustes y recortes presupuestarios; la reducción de los servicios que el gobierno, independientemente del partido en el poder, está en el deber de ofrecer a la ciudadanía.
Pero, como para los conservadores los inmigrantes “vienen a quitar los empleos a los canadienses”, los más pobres serán los que sientan más los efectos de la política impopular de Ford, quien no dejará de atornillar al revés en Ontario, gobernando para sus clanes.
*Francisco Reyes puede ser contactado en [email protected]