POR DRA. NANCY ÁLVAREZ
Da vergüenza leer lo publicado por el periódico The New York Times en pleno mes del orgullo gay. Esta es una traducción libre al español: “La administración Trump finalizó el viernes una regulación que borrará las protecciones para los pacientes transgénero contra la discriminación por parte de médicos, hospitales y compañías de seguros de salud, una medida anunciada en el cuarto aniversario de la masacre en un club nocturno gay en Orlando y en el medio del mes del orgullo”.
Es de todos sabido que los transgéneros están suicidándose cada vez más por el rechazo que reciben en nuestra sociedad. Cosas como estas me recuerdan los abusos cometidos contra los esclavos. Una vergüenza nacional, de la que ningún ser humano puede sentirse orgulloso.
Una vez más me pregunto por qué demonios los políticos se creen con el derecho a legislar sobre cuestiones sexuales y, más lejos aun, afirmar disparates como este: “Katie M. Keith (Universidad de Georgetown) dijo que la regla persigue cambios que eliminan las protecciones de los derechos civiles para las personas transgénero y establece una definición de sexo como ‘biológicamente determinado al nacer'”.
Esta afirmación solo confirma la ignorancia sexual de quienes la dicen. Claro, el sexo “físico” se define cuando nace el niño, si tiene vulva o pene. Pero el sexo es mucho más que eso. Se olvidan los políticos de lo que se llama identidad sexual, o lo que es lo mismo, sentirse hombre o mujer, no importa el sexo físico con el que se haya nacido. Es como si el sexo tuviera una parte física (tener vulva o pene), una parte psicológica, que es sentirse hombre o mujer y, por último, una parte que tiene que ver con el deseo; si deseo y me enamoro de una persona de mi mismo sexo o de una persona de un sexo diferente, o de ambos (bisexualidad).
Esta es una manera muy sencilla de explicar algo muy complejo como es el deseo sexual. La identidad sexual no es más que lo que siento que soy, sea un hombre o una mujer, y la orientación sexual, de quién me enamoro, a quién deseo. No podemos confundir al transgénero con el homosexual, el bisexual o la lesbiana.
El transgénero no tiene confusión con su sexo psicológico, sino con su sexo físico. Se siente como un ser humano preso en el cuerpo equivocado. Ejemplo, un hombre que nació con un pene, pero psicológicamente se siente mujer. Odia su pene y muchos terminan mutilándolo, porque le da asco. Sienten que no son hombres. Por eso, muchos se operan, convirtiendo su pene en vulva.
Pocos seres humanos sufren una tragedia mayor, pero la sociedad, y sobretodo los políticos, no lo entienden.
A los políticos, que ya están desacreditados, les pediría no hacer cosas como estas, que solo logran que creamos menos en ellos, además de contribuir a que se suiciden más transgéneros. Que Dios los perdone.