Por Purificación León. / EFE/REPORTAJES
Las alergias ocurren debido a un error del sistema inmune, de las defensas de nuestro organismo, que identifican como peligrosas a sustancias que en realidad no lo son.
“El sistema inmune protege nuestro cuerpo mediante la producción de proteínas especializadas llamadas anticuerpos, que identifican amenazas potenciales para el organismo, como las bacterias o los virus, y dan la voz de alarma para que se liberen ciertas sustancias químicas para eliminar la amenaza y evitar que la infección se extienda”, explican los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
“En el tipo más habitual de alergia alimentaria, un anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE) identifica de manera errónea a cierta proteína presente en la comida como una amenaza. La inmunoglobulina E puede propiciar la liberación de varias sustancias químicas, entre las que la más importante es la histamina”, precisan.
También existe otro tipo de alergia alimentaria denominada alergia no mediada por IgE que está producida “por diferentes células en el sistema inmune”, añaden.
Se trata de un tipo de alergia menos habitual que la mediada por IgE, pero más difícil de diagnosticar, pues precisan de unos test específicos para confirmar este tipo de hipersensibilización.
LAS PROTEÍNAS, LA CLAVE.
Los alimentos están compuestos por varios tipos de nutrientes como los hidratos de carbono, las grasas o las proteínas. De manera coloquial, tendemos a considerar que cualquier reacción adversa de nuestro organismo ante un alimento es una alergia. Sin embargo, en términos médicos, una alergia es una reacción del sistema inmune frente a determinadas proteínas.
“Cualquier persona se puede hacer alérgica a algunos alimentos, así como a cualquier otro elemento. Hay personas que llamamos atópicas, que tienen mucha facilidad para hacerse alérgicas frente a muchas sustancias, ya sean alimentos o componentes ambientales.
Otras personas, sin tanta facilidad, también pueden convertirse en alérgicas a algún alimento, puede que a uno solo, sin que aparezca después ninguna otra alergia más”, señala la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica.
Esta entidad subraya que cualquier alimento puede provocar reacción en el organismo. “Algunos con especial frecuencia, como la leche de vaca, el huevo, los frutos secos, los pescados, los mariscos, las legumbres, los cereales, algunas frutas y algunas especias. Depende de los alimentos que culturalmente se consuman más”, apunta.
Asimismo, expone que una alergia alimentaria puede aparecer a cualquier edad, desde los lactantes hasta los ancianos aunque, en general, es más frecuente en niños y gente joven.
“La leche y el huevo causan alergia fundamentalmente en lactantes y niños pequeños. La reacción alérgica a otros alimentos como los pescados, mariscos, frutas, frutos secos, especias, etc, suele aparecer en niños más mayores y en adultos”, añade.
En este sentido, los especialistas del grupo sanitario Vithas (www.vithas.es) manifiestan que “la fruta es uno de los alimentos que producen alergias más permanentes en las personas adultas. Entre ellas, las frutas de la familia de las rosáceas son las que más casos de alergia suelen ocasionar”.
Algunas personas pueden desarrollar alergia a una o varias frutas de la misma familia. “Por ejemplo, una persona con alergia al melocotón, que pertenece a la familia de las rosáceas, tiene más probabilidades de tener alergia a la ciruela, el albaricoque o la pera, que pertenecen a la misma familia, que no al melón que es de la familia de las curcubitáceas”, precisa Victoria López Calatayud, alergóloga del Hospital Vithas Nisa
Virgen del Consuelo de Valencia (España).
Los síntomas más comunes de esta alergia alimentaria en los adultos son picores en diferentes zonas del cuerpo, hinchazón de los labios y de la lengua o aparición de manchas rojas en la piel.
La sintomatología puede aparecer de manera rápida, poco tiempo después de tomar la fruta, o bien horas después de su ingesta.
La doctora López comenta que estos síntomas pueden darse “a pesar de que la persona alérgica ingiera una cantidad mínima del alimento, sea de origen natural o manipulado”.
PÓLENES Y FRUTAS.
Quienes tienen alergia al polen pueden sentir picor en la boca y en la garganta tras comer ciertas frutas o verduras. Esto ocurre porque las proteínas presentes en algunos frutos y verduras son muy similares a las que se encuentran en el polen.
“Estas proteínas pueden confundir al sistema inmunológico y causar una reacción alérgica, o hacer que los síntomas existentes empeoren, lo que se denomina: reactividad cruzada. En el caso del polen y de los alimentos, el resultado de la reactividad cruzada se denomina síndrome de alergia oral”, detalla la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología.
“Entre los alimentos de origen vegetal, se ha descrito reactividad cruzada entre el melón, el plátano y el polen de ambrosía; entre el apio y el polen de artemisa; entre la patata y los pólenes de gramíneas; entre la manzana, la cereza, la pera, el melocotón y el polen de abedul; y entre el kiwi y el polen de gramíneas y de abedul. Además, algunos pacientes sensibilizados al látex también reaccionan con aguacate, kiwi, albaricoque, uvas, fruta de la pasión, piña y castaña”, precisa la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
La Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología explica que, generalmente, el síndrome de alergia oral se considera una forma leve de alergia alimentaria y es raro que pueda producir una inflamación grave de la garganta que dificulte tragar o respirar.
No obstante subraya que “en una persona muy alérgica, una reacción sistémica llamada anafilaxia puede estar causada por una fruta o verdura cruda con reacción cruzada con el polen, pero esto es algo muy poco frecuente”.
En lo relativo al tratamiento de las alergias alimentarias, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica indica que, si una persona tiene sensibilización sin síntomas, generalmente se recomienda que siga tomando el alimento con normalidad.
“Las personas que sí tienen síntomas pueden necesitar tres tipos de tratamiento: el tratamiento de rescate de una reacción aguda; el tratamiento preventivo; y el etiológico o de la causa”, detalla esta entidad.
Del mismo modo, la doctora López destaca que un resultado positivo en la prueba cutánea con un alimento no justifica su prohibición si éste se tolera bien. El proceder es distinto con los alimentos que producen sintomatología.
“En la actualidad el único tratamiento eficaz es evitar el alimento responsable de la alergia. En caso de haber ingerido el alimento de forma accidental, si los síntomas son leves, el tratamiento con antihistamínicos suele ser suficiente, aunque puede ser necesario añadir corticoesteroides orales o inyectados. En cambio, en las reacciones más graves, que pueden poner en riesgo la vida del alérgico, es fundamental la administración de adrenalina”, describe la alergóloga.
Cuando la reacción alérgica es consecuencia de una alergia a una determinada proteína de las frutas rosáceas conocida como LTP, existe la posibilidad de realizar tratamiento con inmunoterapia sublingual, que consiste en depositar debajo de la lengua unas gotas que contienen la sustancia que produce la alergia. No obstante, este tratamiento solo se recomienda en ciertos casos seleccionados por el alergólogo.
Otra posibilidad es la desensibilización oral, que consiste en administrar el alimento al que el paciente tiene alergia comenzando con una cantidad mínima, que se va aumentando progresivamente hasta llegar a una ración normal o a la máxima dosis tolerada.
Este tratamiento solo se emplea en determinados casos y siempre bajo una estrecha supervisión por parte del especialista.