Por Francisco Reyes
TORONTO. Es cuestionable que en los círculos literarios y políticos locales sólo le tributen homenajes a Roque Dalton, como si no existieran más poetas en El Salvador. Lo mismo ocurre con Pablo Neruda (chileno) y César Vallejo (peruano) por razones estrictamente políticas.
Obviamente, estos tres autores son los más universales de sus respectivos países, pero no son los únicos que han hecho aportes al amplio espectro de la poesía hispanoamericana.
En el caso de Roque Dalton, nadie pone en duda la importancia de su poesía, que trasciende los límites de la Literatura Salvadoreña para incorporarse al amplio espectro de la Literatura General del continente. Pero de ahí a que se le rinda tributo sólo a él, hace suponer erróneamente que no hay otros poetas importantes en El Salvador.
Muchos escritores del “Pulgarcito de América” también han aportado excelentes poemas al cauce creciente de su literatura local. Sin embargo, son ignorados injustamente por sus propios coterráneos.
Roque Dalton es el más conocido por su compromiso político, por sus frecuentes viajes a países de la órbita soviética, por haber ganado en 1969 el Premio de Casas de las Américas, con su libro “Taberna y otros lugares”, y por su vil asesinato el 10 de mayo de 1975 (de ahí los dos homenajes casi paralelos en Toronto, la semana pasada). Pero eso no significa que sea el más lírico y el que haya creado las metáforas y las imágenes literarias más novedosas en la poesía salvadoreña. Un poeta militante no necesariamente es un buen escritor, aunque Dalton lo es a carta cabal.
Un análisis crítico de la producción literaria de ese país arrojaría datos sorprendentes que podrían desmitificar la figura endiosada de Roque Dalton, a quien no le restamos importancia puesto que por él se conoce la poesía de ese país; que incidió en la literatura centroamericana y ejerció influencia literaria e intelectual en las generaciones posteriores.
No soy experto en Historia de la Literatura. Mi conocimiento sobre las letras salvadoreñas es limitado. Sin embargo, por experiencia de haber enseñado Historia de la Literatura Española, Hispanoamericana y dominicana, respectivamente, he podido tener acceso a una amplia gama de buenos escritores de cada país del “continente de la esperanza”.
Un inventario a la producción poética en El Salvador nos orientaría sobre el florecimiento de sus escritores, eclipsados por los constantes homenajes a Roque Dalton que realizan grupos ideológicamente identificables no con fines propiamente literarios.
Dicho sea de paso, en agosto de cada año, la Dominican Canadian Pro Culture rinde en esta ciudad homenaje a un escritor distinto de nuestro país caribeño, para que el público vaya conociendo a cada uno de sus poetas.
Antecesor a Roque Dalton es Alberto Masferrer (1868-1932), autor del libro “Páginas”. Gran intelectual, orador y periodista, defensor de la clase trabajadora.
Su labor periodística contribuyó al triunfo del Partido Laborista. Pero, al no cumplir su palabra el presidente Arturo Araujo, su pluma produjo los alzamientos populares de 1932, llegando a sentirse luego culpable de las matanzas ordenadas por el general Maximiliano Hernández Martínez, para aplacar los levantamientos. ¿Por qué no se le celebra este año aquí en Toronto el 150 aniversario de su nacimiento, para conocer su obra?
Hay en El Salvador una generación de buenos escritores nacidos a finales del siglo XIX y principio del XX. Algunos de ellos fallecieron mientras se desarrollaba el conflicto armado, tales como Claudia Lars, Raúl Contreras, Pedro Geoffroy Rivas, Vicente Rosales, Serafín Quiteño, Hugo Lindo y Lilian Serpas.
A ellos les siguen los de la ‘Generación Comprometida’, nacidos alrededor de los años treinta que, al estallar la guerra, ya estaban en su madurez y producción. Entre ellos, Rafael Góchez Sosa, Álvaro Méndez Leal, Ítalo López Vallecillos, Mercedes Durand, Irma Lanzas, Waldo Chávez, Eugenio Martínez Orantes, Manlio Argueta, Roberto Armijo y José Roberto Cea.
En el caso de Ítalo López Vallecillos (1932-1986), además de ser gran intelectual, autor de una ‘Antología general de la poesía de El Salvador’, este prolífico escritor dirigió tres de las más importantes editoriales universitarias centroamericanas: la editorial de la UES; UCA Editores de la Universidad Centroamericana “José Simeón Canas”, y la Editorial Centroamericana EDUCA, durante su exilio en Costa Rica.
¿No podría prepararse un reconocimiento a la ‘Generación Comprometida’, a la que perteneció Roque Dalton, ¿y que se conozcan las obras de quienes también expusieron el pellejo y estuvieron en la mirilla de los militares?
Da la impresión de que los organizadores de estos homenajes al poeta guerrillero se han fanatizado con este autor universal, de tal modo que sólo les faltaría llevarlo al Panteón de los dioses griegos.
Los homenajes a Roque Dalton, aunque merecidos, son más que sobrados. Hay que evitar la monotonía de celebrar efemérides politizadas que utilizan a los escritores como pretexto de su proselitismo y terminan restando importancia a la poesía.
Otros poetas salvadoreños aguardan ser tributados y que sus obras sean conocidas por la posteridad.
*Francisco Reyes puede ser contactado en [email protected]