Un estudio realizado por investigadores de la Harvard Medical School de Boston (EE.UU.) ha mostrado que la combinación de dos fármacos podría mejorar de manera muy notable la apnea del sueño. Hasta el momento, esta patología sólo puede tratarse con cirugía o mediante la aplicación de una mascarilla en la nariz que el paciente debe usar cada noche.
DESTACADOS.
+++ “La apnea del sueño es un trastorno muy común que afecta a alrededor del 25% o 30% de la población adulta y a más del 50% de las personas obesas”, manifiesta la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
+++ Según el estudio de la Harvard Medical School de Boston, la combinación de dos fármacos llamados atomoxetina y oxibutinina podría reducir en un 63% el índice de apneas/hipopneas.
+++ Ambos medicamentos tienen una acción directa sobre el músculo geniogloso de la lengua, que es el que tira de ella y mantiene así la vía aérea abierta.
Algunas personas cuando duermen, además de roncar, sufren de manera repetida pausas de respiración.
“Tienen mayor importancia médica aquellas cuya duración es superior a 10 segundos. Estas, en ocasiones, pueden alcanzar uno y hasta dos minutos. Es característico de la apnea que dichas pausas se intercalen entre los ronquidos”, señalan los especialistas del Instituto del Sueño, un centro médico con sedes en Santiago de Chile, Madrid y Panamá.
“La aparición de las apneas se debe a la existencia de un colapso total o casi total (se habla entonces de hipopneas) en el interior de la faringe. Las apneas suponen un cese transitorio de la respiración y no deben confundirse con la parada cardiorespiratoria, ya que durante las apneas el corazón continúa latiendo”, aclaran.
PELIGROS RELACIONADOS CON LA APNEA.
Asimismo, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) indica que la apnea del sueño es una obstrucción de la vía aérea superior que ocurre durante el sueño. Esto conduce a una hipoxia (falta de oxígeno) de forma intermitente y a una fragmentación del sueño.
“Se trata de un trastorno muy común que afecta a alrededor del 25% o 30% de la población adulta y a más del 50% de las personas obesas”, manifiesta esta entidad.
“Cuando las apneas o pausas respiratorias durante la noche provocan síntomas durante el día, como cansancio o somnolencia, hablamos de SAHS (síndrome de apneas/hipopneas del sueño).
Su prevalencia es del 10% en varones de mediana edad y de entre el 4% y el 5% en mujeres, lo que sigue siendo una prevalencia muy alta”, señala Olga Mediano, neumóloga y coordinadora del Área de Sueño de SEPAR.
Los especialistas del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos indican que, si no se trata, la apnea del sueño puede llegar a ser mortal pues la somnolencia excesiva durante el día puede hacer que los afectados se queden dormidos en momentos inadecuados, por ejemplo, mientras conducen un automóvil.
“La apnea del sueño también parece poner a las personas en riesgo de accidentes cerebrovasculares y se asocia con enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, latidos irregulares, ataques cardiacos e hipertensión arterial”, afirman.
En la actualidad, el síndrome de apneas/hipopneas del sueño se trata con una terapia denominada CPAP (presión positiva continua de la vía aérea, por sus siglas en inglés) que consiste en administrar un flujo continuo de aire mediante una mascarilla que se coloca en la nariz y que abre la vía aérea del paciente mientras duerme.
“Es muy eficaz, pero tiene algunos inconvenientes”, afirma la doctora Mediano.
“Hay pacientes que no se adaptan a llevar la mascarilla en la nariz durante toda la noche. Aproximadamente entre un 20% y un 30% de los afectados, dependiendo de las unidades de sueño, no son capaces de adaptarse a la CPAP a pesar de tener apnea del sueño grave. En estos casos, hay pocas alternativas de tratamiento que podamos ofrecerles”, subraya.
No obstante, la neumóloga aclara que desde hace unos años se está tratando el síndrome de apneas/hipopneas del sueño de forma personalizada.
“Por ejemplo, en el caso de que la persona tenga obesidad, se intenta corregirla o, si tiene las amígdalas grandes o si el trastorno se debe a la morfología de la barbilla, se intenta corregir mediante cirugía. Sólo cuando no hay otra opción terapéutica, se administra CPAP”.
FARMACOLÓGICA ESPERANZA.
Pero ahora se está investigando sobre fármacos para tratar esta patología. De hecho, un estudio dirigido por el doctor Luigi Taranto Montemurro, del Departamento de Medicina del Sueño de la Harvard Medical School de Boston, ha mostrado que la combinación de dos fármacos llamados atomoxetina y oxibutinina podría reducir en un 63% el índice de apneas/hipopneas, con el que se mide la gravedad del síndrome.
Ambos medicamentos tienen una acción directa sobre el músculo geniogloso de la lengua, que es el que tira de ella y mantiene así la vía aérea abierta. Cuando dicho músculo se debilita, la vía aérea se colapsa.
Ya se sabía que los agentes noradrenérgicos, como la atomoxetina, aumentan la actividad del músculo geniogloso en la fase no REM del sueño y que los bloqueantes muscarínicos, como la oxibutinina, incrementan la actividad de este músculo durante la fase REM.
Así, los investigadores decidieron administrar una combinación de ambos fármacos con el objetivo de mantener una actividad adecuada del músculo geniogloso durante el sueño para que la vía aérea permanezca abierta.
Si bien este es un estudio muy prometedor, la doctora Mediano destaca que tiene sus limitaciones, “ya que se hizo en 20 pacientes y una única noche. Por lo tanto, es excesivamente optimista y prematuro decir que vamos a tratar la apnea del sueño con pastillas”.
Para la especialista, “habrá que seguir investigando si el efecto se mantiene a más largo plazo, con una muestra más grande y qué efectos secundarios podría tener y en qué pacientes, ya que a menudo el síndrome de apneas/hipopneas del sueño se asocia a hipertensión y riesgo cardiovascular”.
“Aun así es un estudio muy relevante al ser el primero en el que se reduce, de forma significativa, el índice de apneas/hipopneas y abre un abanico muy importante de nuevas opciones terapéuticas, aunque todavía haya mucho trabajo que realizar”, concluye.
Por Purificación León.
EFE/REPORTAJES